La historia cultural del latín, a la que se ligan otras materias relacionadas con los estudios clásicos, es bastante rica e interesante. Carlos III, sin ir más lejos, utilizó el latín desde el punto de vista político, al encarnarlo en la traducción que su hijo, el Infante don Gabriel, hizo de Salustio, como escaparate de la nueva imagen de España tras la expulsión de los jesuitas (véase a este respecto el catálogo correspondiente a la exposición Corona y Arqueología, celebrada en el Palacio Real de Madrid, celebrada a mediados de 2010). Desde esta perspectiva científica, es posible trazar un esbozo biográfico de Goya desde el latín, lengua que el insigne pintor aragonés estudia con los escolapios en Zaragoza. El conocimiento del mundo antiguo se hará más intenso durante su viaje a Italia, como podemos ver a través de su cuaderno, conocido como “Cuaderno italiano”. Asimismo, valoraremos la crítica del propio Goya hacia los eruditos (muy pareja a la que hace Juan Pablo Forner), de donde no se escapa cierto dómine, y examinaremos la lacónica biografía trazada en latín como epitafio -en la fotografía inferior-, inspirada curiosamente en un verso del poeta Lucrecio, autor de una obra donde recoge las doctrinas epicúreas. Lucrecio se convirtió en lectura dilecta de algunos autores de carácter liberal, como podría ser el caso del abate Marchena.
Los integrantes de la actividad son el doctor Francisco García Jurado, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, María José Barrios Castro, doctora en Filología Clásica e investigadora del grupo “Historiografía de la literatura grecolatina en España”, y Raquel Sigüenza Martín, especialista en iconografía y doctoranda en la Universidad Complutense. Cada una de estas personas se encargará d