Hoy es muy habitual escuchar o conocer a alguien relativamente joven que emigra a otra ciudad o país para labrarse un futuro y empieza a ganarse la vida con trabajos sencillos y, habitualmente, no muy bien remunerados. Todos sabemos de alguien que, en un momento de dudas, hizo las maletas, se marchó a Londres y comenzó su andadura en tierras inglesas de ' Kitchen porter ', o lo que es lo mismo, fregando platos.
En el secreto exprés de hoy os quiero relatar cómo hasta alguno de los más grandes artistas de nuestra historia no logró esquivar esa misma realidad y que de hecho, el mismísimo Francisco de Goya sufrió en sus propias carnes dicha experiencia. El autor de ' La Maja Desnuda' o 'Los fusilamientos del 3 de mayo' nació en Fuendetodos, provincia de Zaragoza, hace hoy 271 años ("Felicidades" si me estás leyendo). En sus primeros intentos de establecerse en Madrid para encauzar y asentar su carrera artística las cosas no comenzaron como el creía. Esto hizo que por ejemplo en el 1765, contando Goya con 19 años, tuviese que trabajar en las cocinas de uno de los restaurantes, todavía hoy más famosos de Madrid, enjuagando y aclarando las vajillas, es decir, fregando platos.
Desconocemos si desempeñaría durante mucho tiempo esa función, por suerte (como buen aragonés) se mantuvo tenaz en su idea de triunfar en la pintura y dicha constancia nos regaló maravillosas obras que hoy todo disfrutamos. Por cierto, el restaurante de Madrid en que trabajó Goya fue Casa Botín.