¿De donde saldría tanto dinero? Aparentemente era un misterio, pero la clave estaba en que el mundo entero estaba deseando entonces prestar dinero a la nueva España, un país con todo su crédito disponible, y en que el gobierno de Felipe González estaba dispuesto a iniciar, con vigor, la terrible carrera hacia el endeudamiento que hoy ha convertido a España en un país que, por culpa del despilfarro y la codicia, es uno de los más empeñados de Europa y con su crédito internacional prácticamente agotado.
Recuerdo que un alto cargo del gobierno de Felipe González nos comentó un día, en Madrid, que una de las claves para que el Franquismo se hiciera el "harakiri" y permitiera la instauración de la "democracia" fue la presión internacional, sobre todo de los grandes sectores financieros, para que el país abandonara su política económica de autarquía y autosuficiencia, contraria a la que los grandes poderes querían imponer en el mundo. "El mundo necesitaba y exigía que España pidiera mucho dinero prestado", nos dijo. Y Felipe lo pidió, a manos llenas.
De hecho, a la Expo 92 nunca le faltó todo el dinero que necesitó, sobre todo desde que Jacinto Pellón, que era el hombre de confianza del PSOE, aterrizó como hombre fuerte de la Organización. De pronto, las penurias y escaseces que tuvo que padecer el equipo organizador en la etapa inicial, cuando Olivencia ejercía como autoridad única, desaparecieron. Nadie sabía de dónde y cómo llegaba el dinero, pero el grifo jamás dejó de fluir, siempre de manera generosa.
El gran despliegue de poder y de ambición que España protagonizó en 1992 fue solo posible gracias a que el Franquismo construyó un régimen austero, autosuficiente, con un Estado pequeño y poco costoso, sin políticos y con una capacidad de ahorro sorprendente, que, sin apenas cobrar impuestos, permitía al Estado invertir y desarrollar el país, hasta convertirlo en el de mayor crecimiento en todo Europa y en la décima potencia industrial del mundo. La España que heredó Felipe González pudo utilizar sus recursos intactos y pedir prestado los cientos de miles de millones de pesetas necesarios para aquel espectacular despliegue de potencia que representaron la organización simultánea de una Exposición Universal en Sevilla y unas olimpiadas en Barcelona, los dos mayores eventos ideados por el ser humano.
Francisco Rubiales
(Segundo artículo de la serie "Expo 92: crónicas de la verdad", con la que se pretende ofrecer un balance más exacto y equilibrado de lo que representó la Expo 92, más equilibrado y veraz que el edulcorado y parcial que ofrece la España oficial que conmemora el 25 aniversario de la gran Muestra Universal). Si algún lector deseara leer el primer artículo de la serie, que pulse AQUÍ.