Un año más, todos los pastoreños se volcaron con sus fiestas y romería, mucho más en esta especial ocasión
En este año especial, también el tiempo climatológico ha acompañado el esfuerzo y el entusiasmo que los hermanos de la Pastora y pastoreños en general ponen cada año para que las Fiestas Mayores revistan el esplendor que merece la Divina Pastora. Algunas veces la lluvia, tan asidua, desluce parte de ese esfuerzo, pero en esta ocasión el SOL que nos ha acompañado, especialmente para la romería, ha resaltado todo ese entusiasmo, el que todos: chicos, grandes, ancianos, hombres, mujeres, hermanos de cuota o simples pastoreños de corazón, ponen siempre cuando de ensalzar a su Pastora se trata.
La Virgen y el pueblo pastoreño son los únicos protagonistas y autores de la magnificencia que normalmente revisten las celebraciones anuales en honor de la Divina Pastora. Hoy igual que desde hace siglos.
Desde nuestro blog queremos dar las gracias y reconocer el trabajo colectivo que se encarga cada año de que, a pesar de otras deficiencias, las fiestas y los cultos de la Pastora, revistan el decoro que merecen. Así se demuestra, aunque sea sólo en unas fechas muy destacadas, que ni la imagen ni la devoción, ni sus fiestas ni su hermandad, son patrimonio exclusivo de nadie sino obra colectiva, labrada por el pueblo a lo largo de los siglos que a todos pertenece y de todos es responsabilidad. Todo lo ha hecho el pueblo pastoreño y todo lo sigue haciendo.
Gracias, pues, a todas las familias que en las difíciles situaciones económicas que se presentan en la realidad actual, no escatiman medios para engrandecer las fiestas de una u otra forma; a las vecinas de las calles por sus adornos, la pirotecnia y toros de fuegos, por las petaladas… A las Romeras y Damas y sus respectivas familias, gracias a las cuales podemos vivir ese derroche de flamencura y buen gusto de la víspera de nuestra romería.
A los pastoreños que hacen multitudinarios los cultos, conscientes de la importancia de los mismos; a los jóvenes que en los coches de caballos y en los distintos grupos musicales durante la semana, ambientan esos días anunciando lo que está por venir; a todos los que, alabando a la Señora con la voz y con el corazón, le han cantado sevillanas, fandangos y plegarias, a los que incesantemente la han piropeado, a los que han compuesto sus letras y músicas…; a los que han hecho posible la grabación de nada menos que dos discos…
A la gran masa humana que ha acompañado a la Virgen en la carreta, en la ermita o en las andas, a la ida y a la vuelta de su casa a su otra casa, guardando una compostura ejemplar y haciendo sólo caso a la llamada que Ella les hace en el alma…
A los caballistas, reuniones de carretas, coches de caballos y carriolas; a la escuela de tamborileros por contribuir a potenciar estos característicos sones romeros; a los cartelistas; a los boyeros que pacientemente llevan las carretas a la ida y a la vuelta; A los que queman sus bengalas como promesas a la Virgen; a los devotos pastoreños que soportaron con paciencia las largas colas para besar su bendita mano; a los que han engalanado calles y balcones de manera tan especial, desde la Soledad a la Alameda, desde la Fuentezuela a la calle Extremadura y así cualquier recóndito rincón del pueblo, que se ha vestido de fiesta según sus posibilidades.
A aquellos que han hecho posible la retrasmisión por televisión de la mañana del domingo; a los que recolectan los pétalos para las numerosas petaladas que recibió la Pastora, tanto a la ida, como en la procesión por la aldea o a la vuelta, especialmente en la cuesta del reloj; a los costaleros y capataces; a todo el que han tenido responsabilidad en la organización de los actos oficiales: ayuntamiento, oficiales de la junta, colaboradores, fuerzas del orden y de seguridad… al Sr. Obispo, al párroco, al querido padre Álvaro y demás ministros del altar, al sacristán y acólitos…
A los floristas de la carreta; a las demandantas; a los donantes de los ángeles lampareros, el estreno singular de esta romería; Y especialmente a la juventud pastoreña que se ha esforzado en decorar todo el recorrido desde Martin Rey hasta la salida del pueblo con arcos y flores blancas de papel, continuando y ampliado una costumbre instaurada en el 2002, cada vez que va la Virgen a su ermita.Entre todos hemos hecho grande una vez más, este gran homenaje de amor a la Pastora, acrecentando el orgullo pastoreño que nos deber servir para reconocernos como los verdaderos y legítimos dueños y responsables del mantenimiento de toda esta maravillosa manifestación colectiva que debe tener en la Virgen y en el Divino Pastor su única razón de ser y persistir en el tiempo.
¡Muchas gracias pastoreños! ¡Muchas gracias Pastora Divina!
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