Eso es lo que han vivido unos familiares muy cercanos en una reciente visita a Barcelona y en la que han mantenido contacto con antiguas amistades. Estas personas, que incluso no se expresan bien en catalán, les decían que ellos han hecho allí su vida, que Cataluña les ha dado todo, que allí han nacido sus hijos, sus nietos y que si la separación de España es para bien lo verían con buenos ojos. No obstante parece que por suerte, según las encuestas, los partidarios de la independencia no son mayoría, por lo que considero que todavía es posible cambiar el rumbo de la sociedad catalana hacia la separación del resto de España. Pero volviendo a la cuestión que nos ocupa hoy, el planteamiento de estas personas podría tener sentido si no se tienen en cuenta una serie de circunstancias, a saber: Estas personas le dan las gracias a Cataluña porque les ha dado todo lo que tienen, a lo mejor las gracias se las tendrían que dar a Franco, que fue el impulsor de la industrialización de esa tierra, a costa de la de otras zonas de España. Ahí tenemos el ejemplo del cierre de empresas textiles de Priego de Córdoba y su traslado a tierras catalanas; o el de la apertura de la fábrica de la Seat en esa región, junto a la consolidación de zona franca para Barcelona y la construcción de importantes infraestructuras para el desarrollo económico de esa zona, como el puerto, y la red de carreteras. Y es que esas inversiones, junto a la iniciativa de la burguesía de esa zona, la gran mayoría muy cercana al régimen franquista (aunque tuvieran 8 apellidos catalanes) y la mano de obra barata del resto de España que se vio obligada a emigrar, atrajo también una gran inversión extranjera, como es lógico, que instaló, fundamentalmente en Barcelona, su sede para España, junto a fábricas y almacenes de distribución. Y olvidan, además, que muchos de sus hijos trabajan en empresas con sede en Cataluña pero que venden la mayoría de sus productos en el resto de España, por lo que una separación (y salida de la Unión Europea) podría llevar al cierre de estas, con el peligro para los puestos de trabajo de sus hijos. Por no seguir escribiendo sobre las quebradas cuentas públicas catalanas, Comunidad Autónoma que se sostiene actualmente gracias a las ayudas del Estado. Es decir, siendo estos anhelos separatistas puramente económicos (porque les ha ido bien la vida y están agradecidos), queda claro que la vida no les ha ido bien solo gracias a Cataluña, sino también al resto de España (y a un dictador), y fundamentalmente a su esfuerzo y trabajo personal, y queda más claro todavía que la separación de España les traería muchos más perjuicios que beneficios, porque Cataluña es lo que es gracias al esfuerzo y trabajo de los catalanes, pero también gracias al resto de España.
Eso es lo que han vivido unos familiares muy cercanos en una reciente visita a Barcelona y en la que han mantenido contacto con antiguas amistades. Estas personas, que incluso no se expresan bien en catalán, les decían que ellos han hecho allí su vida, que Cataluña les ha dado todo, que allí han nacido sus hijos, sus nietos y que si la separación de España es para bien lo verían con buenos ojos. No obstante parece que por suerte, según las encuestas, los partidarios de la independencia no son mayoría, por lo que considero que todavía es posible cambiar el rumbo de la sociedad catalana hacia la separación del resto de España. Pero volviendo a la cuestión que nos ocupa hoy, el planteamiento de estas personas podría tener sentido si no se tienen en cuenta una serie de circunstancias, a saber: Estas personas le dan las gracias a Cataluña porque les ha dado todo lo que tienen, a lo mejor las gracias se las tendrían que dar a Franco, que fue el impulsor de la industrialización de esa tierra, a costa de la de otras zonas de España. Ahí tenemos el ejemplo del cierre de empresas textiles de Priego de Córdoba y su traslado a tierras catalanas; o el de la apertura de la fábrica de la Seat en esa región, junto a la consolidación de zona franca para Barcelona y la construcción de importantes infraestructuras para el desarrollo económico de esa zona, como el puerto, y la red de carreteras. Y es que esas inversiones, junto a la iniciativa de la burguesía de esa zona, la gran mayoría muy cercana al régimen franquista (aunque tuvieran 8 apellidos catalanes) y la mano de obra barata del resto de España que se vio obligada a emigrar, atrajo también una gran inversión extranjera, como es lógico, que instaló, fundamentalmente en Barcelona, su sede para España, junto a fábricas y almacenes de distribución. Y olvidan, además, que muchos de sus hijos trabajan en empresas con sede en Cataluña pero que venden la mayoría de sus productos en el resto de España, por lo que una separación (y salida de la Unión Europea) podría llevar al cierre de estas, con el peligro para los puestos de trabajo de sus hijos. Por no seguir escribiendo sobre las quebradas cuentas públicas catalanas, Comunidad Autónoma que se sostiene actualmente gracias a las ayudas del Estado. Es decir, siendo estos anhelos separatistas puramente económicos (porque les ha ido bien la vida y están agradecidos), queda claro que la vida no les ha ido bien solo gracias a Cataluña, sino también al resto de España (y a un dictador), y fundamentalmente a su esfuerzo y trabajo personal, y queda más claro todavía que la separación de España les traería muchos más perjuicios que beneficios, porque Cataluña es lo que es gracias al esfuerzo y trabajo de los catalanes, pero también gracias al resto de España.