Pasa muy de vez en cuando. Te encuentras con un olor, un sabor, un sonido, una imagen que te conectan con un momento de tu pasado y ya está, unes los puntos y de pronto comprendes que aquel fue el motivo por el que una parte de tu carácter se forjó de cierta manera. El último impacto emocional de este tipo me ocurrió hace unos días, cuando me encontré con una serie documental de tres episodios de National Geographic sobre Diane Fossey, la conocida zoóloga que luchó, y murió, por los gorilas de espalda plateada, desde el centro de conservación que fundó en Ruanda y que llamó Karisoke. A medida que iba viendo las imágenes y siguiendo su historia recordé a una niña de once años que encuentra un libro. Gorilas en la Niebla. En la portada hay una actriz famosa, una tal Sigourney Weaver, porque el libro se ha vuelto a editar tras el éxito de su versión cinematográfica, en la que ella interpretaba a Fossey. Pero mis recuerdos tienen que ver con aquel libro, del que no entendí la mitad, pero que me dejó una sensación de amor profundo hacia los animales. Fue ese el momento en el que comencé a darme cuenta de mi propia existencia y de la de otras formas de vida y fui consciente también de la maldad, de que otros seres humanos eran capaces de dañar a los animales. Aquel libro cambió mi consciencia sobre mi propia relación con la Naturaleza.
Y lo había olvidado hasta hora, cuando se cumplen 32 años del asesinato de Fossey en su cabaña, tan cerca de los gorilas con los que tantas horas había pasado en medio de la niebla. Fue un 26 de diciembre de 1985, motivo por el que supongo, encontré en estos días el documental de National Geographic que, por otra parte, abusa del morbo del asesinato y se asemeja más a una de esas series de "crímenes imperfectos" que a una biografía. No obstante, entre tanto exceso detectivesco, el documental permite disfrutar de hermosas imágenes de Diane Fossey con su familia, sus gorilas, que tuvo que ver morir a manos de los cazadores furtivos. Fossey fue enterrada junto a Digit, el gorila que más complicidad le mostró. La web de National Geographic permite disfrutar de las propias palabras de la zoóloga y de fotografías de Robert M. Campbell, que fueron publicadas por primera vez en la revista en 1970. El título de su artículo lo dice todo: Haciendo amigos entre los gorilas de las montañas.
Por mi parte, sólo me queda darle las gracias a Diane Fossey y a Digit, por, en mi infancia, contarme cómo el amor es capaz de atravesar diferencias tales como la propia especie. Siento al recordarlos a ambos, su historia, una emoción diferente, como la de una niña de once años que descubre un nuevo mundo que, en realidad, había nacido con ella: el amor a los animales.