Y definir de esta manera a Raúl Alfonsín no es caer en clichés, ni mucho menos el repetir palabras vacías de contenido que se utilizan post mortem para limpiar la imagen de aquellos que en vida no estuvieron a su altura. Es simplemente encontrar alguna manera de plasmar en algunos simples adjetivos y sustantivos un enorme respeto y admiración por alguien que merece el agradecimiento de un pueblo entero.
Ya es un año, y parece tanto pero tan poco. Recuerdo esas filas interminables de gente que llenaba la Avenida Callao, para brindarle el último adiós al gran Raúl. Lágrimas, anécdotas de la patriada del ‘83, historias sobre aquella vez que lo conocieron… Porque todos tenemos alguna historia, porque todos los que tuvieron las ganas pudieron intercambiar algunas palabras con el Viejo.
Aún durante su presidencia, y mucho más aún luego de ella, cada vez que alguien lo frenaba en alguna esquina, fuera de algún acto o lo iba a visitar a su casa, Raúl le prestaba toda su atención, le abría su corazón y seguramente encandilaba con alguna de sus frases.
Hoy se cumple un año, y la verdad que lo extrañamos Don Raúl… mucho.
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