El verdadero poder británico, al que llaman establishment, aunque el gobierno y parte de la clase política derramen lágrimas, está muy a gusto con él Brexit y se siente esperanzado porque abandonan una Europa en retroceso, divorciada de sus ciudadanos y en manos de políticos, que ha perdido su capacidad de reaccionar, burocratizada, sin ilusión, metas ni proyectos, salvo el de mantenerse unida.
El establishment presiona para que se ignore la voz de los millones de británicos que solicitan un segundo referéndum que pueda corregirse el "error" de abandonar Europa. Las lágrimas del gobierno de Camerón y de otros políticos fueron de cocodrilo porque el Brexit ha sido un acuerdo meditado y previamente pactado con los Estados Unidos.
Uno de los proyectos más secretos y queridos por el poder estadounidense, ese conglomerado financiero y político que aspira a imponer sus criterios y soluciones a todo el planeta y que tiene como meta establecer un único gobierno mundial, es utilizar a las cinco hermanas como núcleo de ese futuro poder mundial, construido sobre las ruinas del mundo actual, que un día no muy lejano se sentirá fracasado, víctima de las crisis económicas, del estallido terrorista y de múltiples conflictos bélicos.
El establishment norteamericano ha defendido siempre que ese proyecto de poder mundial es imposible de realizar sin los británicos y llevan años intentando dinamitar la relación de los británicos con Europa.
Los estrategas norteamericanos y los numerosos think tanks estadounidense que analizan el mundo para dominarlo, creen que Europa, cada día más débil, desunida, arruinada e invadida por musulmanes hostiles, no será ya obstáculo alguno para la creación de ese poder mundial único y que el único gran enemigo del proyecto es la alianza de Rusia y China, dos países que tienen fuerza militar suficiente, identidad y voluntad para oponerse al dominio del mundo por los anglosajones.
Las "cinco hermanas" funcionan cada día más coodinadas y están alcanzado en los últimos años un nivel de complicidad y cooordinación muy intensos. Sin que se haga público y sin periodistas husmeando, esos cinco países anglosajones coordinan su defensa, comparten sus objetivos estratégicos y cooperan en lo militar, lo tecnológico y lo económico, al mismo tiempo que avanzan en su idea de dominio mundial.
La tesis que inspira ese diseño del poder único es que el mundo actual, tal como está, se volverá cada día mas ingobernable e inseguro. Los gobiernos se divorcian de sus ciudadanos, el terrorismo avanza por todas partes, impulsados por la insatisfacción y rabia de los musulmanes, mientras que el modelo económico vigente se desmorona porque es incapaz de garantizar trabajo y prosperidad.
Hay dos fenómenos que, a juicio de los estrategas anglosajones, aceleran la ruina del mundo actual y hacen necesaria y urgente la solución del gobierno único mundial:
El primero es la irrupción de los robots en la producción y el trabajo, que podrán reemplazar muy pronto a cientos de millones de seres humanos como trabajadores, condenando a enormes masas de la población mundial al desempleo. Los robots serán la puntilla que remate el actual modelo económico. El mundo, antes de medio siglo, dispondrá de menos de la mitad de los actuales puestos de trabajo para los humanos, con el agravante de que la población habrá crecido todavía más.
El segundo es el fracaso de las democracias, mal gobernadas y destrozadas por la "casta" política, que serán inviables en un mundo futuro como el que despunta por el horizonte, con millones de seres insatisfechos y enfrentados a los políticos por causa del desempleo, la pérdida de prosperidad y la insatisfacción que generan el terrorismo, las guerras, la inseguridad ciudadana, el desorden y otros dramas, todos producto de la decadencia de la sociedad y del viejo modelo dominante. Los ciudadanos utilizarán las urnas para votar en contra de los políticos, se vengarán de sus gobiernos y, profundamente insatisfechos, se irán entregando al desorden y la protesta.
Europa, si no corrige su rumbo y deja de ser un paraíso sólo para sus políticos y burócratas y un infierno para ciudadanos marginados que no cuentan salvo para pagar impuestos, inicia hoy su ruta directa hacia la muerte. Sin ciudadanos, Europa no es más que un conglomerado de privilegiados y millonarios sin atractivo ni grandeza.
Si quiere sobrevivir, Europa deberá volver a ser el territorio mundial de la esperanza, el que enarbole la bandera de la regeneración, el hogar de los ciudadanos y de la verdadera democracia, pero para enderezar su rumbo hacia el colapso, antes habría que jubilar a su actual clase política, degenerada, adicta al privilegio, fracasada y que más que en gobernar se ha hecho experta en ofender a la ciudadanía y en utilizar la pala para sepultar ilusiones, justicia y decencia.
Francisco Rubiales