Hace unas horas ha concluido la ceremonia de entrega de los premios de Hollywood y esta vez, por suerte, sus dadores se han recreado en el cine, ¡menos mal! Parece que de vez en cuando a la "Academia" le apetece divertirse y pensar en el público desde el lado más recreativo de la "cosa". Premiando a The artist han demostrado sensibilidad hacia la nostalgia y el oficio de los grandes maestros, así como hacia la libertad de sus creadores, quienes se empeñaron en llevar adelante esta historia sí o sí.
Jean Dujardin y Bérénice Bejo brillan como pocos en un nada frecuente blanco y negro -no muchos lo consiguieron con tantos destellos en la era muda o de transición al sonoro-. La música de Ludovic Bource es bellísima y vibrante, un sueño lleno de matices. Guillaume Schiffman, encargado de una fotografía deliciosa, consigue reproducir algo que ya nadie espera encontrarse en una pantalla grande. Y su director y guionista, Michel Hazanavicius, se encarama de un tremendo salto a lo más alto del mundo de la creación.
Con esta película tan grande y arriesgada hoy Hollywood ha homenajeado al cine en sí mismo y al oficio artesano que aún todos valoramos.