Grandes historias de cosas pequeñas-7: Digitalis

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez

- Es la digitales. Mi hermano Luis mostraba la planta a mis padres en una excursión al despoblado de Valsurbio, en el corazón de la montaña palentina. - Es una planta curativa, la usan para el corazón. Mi madre asintió, ya la conocía. Incluso en el jardín de su casa, en el pequeño pueblo valdaviés de Ayuela, cultiva algunas. Allí la llaman "dedalera" por la curiosa forma de su racimo floral, que semejan dedos. Se da bien en su jardín, pues es una planta que resiste bien el frío y se acomoda bien a la semisombra que le prestan los altos rosales silvestre de mi madre.- De sus hojas se obtiene la "digitalina". Hay que recogerlas al atardecer (si lo haces al salir el sol, no tiene nada) y desechar las hojas viejas. Luego hay que secarlas inmediatamente (a unos 60'º). Se ha empleado desde hace dos siglos (antes no se conocía esta propiedad curativa de la planta) desde hace dos siglos para tratar las arritmias. Los animales no la comen, pues morirían de un ataque al corazón. (Me sorprende la erudición de mi hermano y le escucho con atención  mientras imagino a una vaca que ha mordisqueado las amargas hojas de la dedaleras presa de delirios y convulsiones ante la mirada sorprendida de su vaquero).- Es capaz de enlentecer el ritmo cardíaco y regular los latidos en las arritmias, pero hay que tener mucho cuiadado con las personas gravemente enfermas, pues puede empeorar su estado. - Una intoxicación de digitalina - continúa- nos produciría una visión amarillenta y borrosa con halos en las figuras además de braquicardia. Antiguamente se usaba para reducir el apetito o tratar la epilepsia, pero hoy en día ha dejado de usarse por su peligrosidad si no aciertas con la dosis que hace que muchas veces sea peor el remedio que la enfermedad. (Me descubro ante tanta sapiencia)
Me picó la curiosidad. Investigué un poco sobre esta planta. En esto soy como mi madre, tengo un punto druídico. Entre los libros más preciados y usados de mi madre están los que recopilan especies vegetales y sus usos farmacológicos. Con algunos de esos remedios que ella recoge de vez en cuando en el monte me ha curado diarreas incontrolables, dolores de cabeza y de estómago. Ahora está tras la pista de un aceite poco menos que milagroso que algunas personas del pueblo producen a partir de una planta que crece en los alrededores: ideal para heridas y hematomas, lo tenemos probado. En la digitalis, hasta su nombre, todo llama la atención: Digitalis, dedalera, digital, cartucho, chupamieles, guante de Nuestra Señora, San Juan, bilicroques, guantelete o viluria, calzones de raposu... casi todos ellos tienen connotaciones con los apéndices de nuestras extremidades. Lo de "clzones de raposu" quizás tenga origen en la leyenda popular sobre las hadas malas que entregaban estas flores a los zorros para que las utilizasen como guantes, de modo que al entrar en el gallinero a robar no se escucharan sus pisadas. También conmueve la historia de su principal investigador, el humilde farmacéutico Claudio Adolfo Nativelle que desde niño ayudaba a su madre a recoger plantas en las afueras de París para venderlas a clientes y farmacéuticos. Claudio, que también leyó Lettres sur la botanique, de Rousseau, acometió el estudio sitemático sobre la digitalina a raíz del fallecimiento de su madre por una dolencia cardíaca.
Desde tiempos remotos se conoce esta planta y sus efectos curativos. Lo curioso es que no se sabía exactamente qué era lo que curaba, para qué servía. Se decía que era buena para todo tipo de dolencias, mientras que hoy sabemos que no es así. En el siglo XVII un chef holandés experimentó haciendo una tortilla con esta planta. Los comensales luego se sintieron muy mal, con diarreas. Hoy sabemos que esta planta puede intoxicar al punto de causar la muerte. Fue en Inglaterra, en el siglo XVII, que el médico Withering descubrió que la dedalera puede estimular el corazón para que palpite con más fuerza y de modo más eficiente. Hasta ese momento había estado experimentando con ella pensando que podía ser un diurético.Luego de doscientos años de recetar la digitalina para el corazón, en 1997 se determinó que en realidad no produce el efecto que Withering pretendía. Mediante un estudio de siete mil personas se notó que no había diferencia verdadera entre tomarla o no tomarla. La potencialidad de la digitalina en el deporte como cardiotónico regularizan y refuerzan los latidos cardíacos, pero su empleo como producto dopante por parte del deportista es, ademas de peligroso, completamente inútil, según parece demostrado.
Así que, entre la faramacopea del bosque, esta planta aparece como un pequeño árbol del bien y del mal:nos ofreceu nos frutos a simple vista apetecibles, pero que solo pueden ser manejados con sabiduría, si no nos expulsa definitivamente del paraíso.