"(...) Vivimos allí solos, en aquello que le recordaba su nuevo fracaso. Hasta que no pudo aguantar mi presencia. Y fue cuando pasó. Yo estaba comiendo, cuando empezó a gritar llamándome bastardo y egoísta. ¡Gritó y gritó hasta que le cogí por el cuello! ¡No pude evitarlo! Cuando se soltó, me encañonó y me dijo: "¡Mírame bien muchacho, mírame bien! ¡Soy el último ser viviente que tú vas a ver!". Y apretó el gatillo...pero no estaba cargada. Entonces empezó a llorar...lloró como un niño...(...)"