Estos son los políticos, reyes y científicos que han cometido las mayores y más célebres meteduras de pata de todos los tiempos.
Meteduras de pata
Una leyenda oriental cuenta que los Reyes Magos no fueron tres, sino cuatro; y a los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar habría que sumar el de Artabán. ¿Y por qué casi nadie ha oído hablar de él? Por la sencilla razón de que nunca llegó al Portal de Belén. Era tan torpe que, por el camino, dejó que le liaran para solucionar diversos pleitos. Los otros tres soberanos se cansaron de esperarle en el punto que habían acordado para reunirse, y decidieron seguir el camino sin él, siguiendo el rastro de la Estrella Mágica. El pobre Arbatán perdió así su oportunidad de coger “el tren” que le habría hecho entrar en la historia… o en la leyenda.Pero el suyo no es un caso único. Porque existen numerosos ejemplos reales de personajes que, por su ineptitud, dejaron escapar oportunidades únicas para alcanzar la gloria. Y peor aún: existen muchísimos más cuyos nombres se han hecho famosos y han pasado a la posteridad. Pero no por su talento y grandeza, sino por su notable estupidez y falta de tacto. Unos y otros forman el peculiar club de los mayores “metepatas” y tontos de todos los tiempos.
Hitler fue ídolo de pacifistas Nadie va a negar aquí el prestigio de la revista estadounidense Time, pero seguro que su propietario y fundador, Henry Luce, sentía deseos de que le tragase la tierra cada vez que alguien le recordaba que su publicación había elegido como Hombre del Año de 1938 a ¡Adolf Hitler! Aunque en su descargo se podría argumentar que en aquel entonces todavía abundaban los ingenuos que creían en las buenas intenciones del dictador alemán.
Rambo III
Sin ir más lejos, el propio primer ministro británico, Neville Chamberlain, proclamó en 1938, tras regresar de su viaje a Berlín para firmar el llamado Pacto de Munich: “Si hubiera más hombres como Hitler, la paz estaría garantizada en Europa”. Y un año después, los nazis invadieron Polonia.Parecida sensación de ridículo debió sentir años después Sylvester Stallone tras los atentados del 11-S en Nueva York. En 1988, el actor había rodado Rambo III, sobre las aventuras del musculoso héroe luchando contra los soviéticos en Afganistán. Y hoy día nadie se acordaría de aquella mala película si no fuera porque Stallone tuvo la desafortunada ocurrencia de acabarla con una dedicatoria, una voz en off que decía: “A los talibanes, heroicos luchadores por la libertad de su pueblo”.
Fuente: Vicente Fernández, revista Quo