Cuando era crío, Mysterio me producía una tremenda fascinación. Era un diseño muy distinto a nada que hubiera visto antes, y parecía muy de otro mundo, como insondable. La realidad es que detrás de ese traje estrafalario obra del genial Steve Ditko se oculta nada menos que una mente privilegiada como pocas, mezcla de científico y artista, maestro en las ilusiones más sofisticadas que uno pueda imaginar.
De nombre real Quentin Beck, el sujeto que nos ocupa tenía desde crío una pasión indiscutible: el cine. Tanto es así que al crecer se convirtió en especialista y finalmente en experto en efectos especiales, el Stan Winston del Universo Marvel, poco menos. Pero su ambición era pareja a su talento, y por ello decidió que tenía que marcar época como ningún otro lo hubiese logrado hasta el momento: llevando las ilusiones y los efectos a la misma vida de los espectadores. Este sí que es un visionario y no James Cameron con Avatar y las 3D de gafas cutres y molestas.
Su primer complot no fue muy sonado, pues se alió con un malo de quinta llamado El Chapucero que, sin embargo, se acabaría convirtiendo en un personaje central del Universo Marvel al ser el proveedor oficial de chismes para villanos en el mercado negro. En su segunda aparición, ya con traje y toda la parafernalia, decidió que obtendría la gloria que merecía impersonando a Spider-man después de estudiarle durante meses y haciéndole pasar por criminal, duplicando todos sus poderes salvo el sentido arácnido, y luego aparecería como el salvador que le capturó. El plan no funcionó pero los primeros patrones de su manera de ser ya se perfilaron bien en esta primera historia.
Mysterio no es de esos villanos que anuncian con pompa su llegada. Sus planes suelen urdirse en las sombras, tardan meses en tomar forma, y no le involucran por lo general de manera directa. Beck es un genio de la química y la robótica, y emplea el uso conjunto de imágenes holográficas, alucinaciones producidas por la aspiración de gases y artefactos mecánicos y electrónicos para crear una puesta en escena soberbia. A tal punto es un genio de las ilusiones que Spider-man no puede confiar en su sentido arácnido en muchas ocaciones a la hora de enfrentarse a él; sus químicos son capaces de anularlo. Y si un enemigo es capaz de anular el sentido del peligro es Spider-man, es poco menos que si le dejara medio ciego para la batalla.
Mysterio es arrogante y altivo, pero si puede no se mostrará a cara descubierta. Sus planes son brillantes, sin duda, y pone en ellos todo el esfuerzo, relegando la pelea a un segundo plano. Si las circunstancias lo exigen puede emplear máquinas para matar a Spider-man, y tiene trucos para dar y tomar, como un traje electrificado. Muy a menudo, también, una vez Spider-man ha eventado esa pecera que tiene por cabeza, descubre que sólo hay circuitos en su interior. No es fácil atrapar a Beck; a veces ni siquiera sus compañeros de crímenes están seguros de que está frente a ellos realmente.
Mysterio ha esbozado cantidad de planes curiosos para derrotar a Spider-man a partir de los años. En uno de los primeros se hizo pasar por psicólogo y se fue ganando la confianza de Spider-man para convencerle de que necesitaba confiar en alguien y, por tanto, debía revelarle su identidad. En otro de ellos, muy pulp pero que a mí me encantó en su momento, hace creer a Spider-man que ha desarrollado una máquina que le ha encogido hasta tener seis centímetros de altura; esta historia fue tan divertida y popular que en el videojuego de Spider-man de PsOne hay que pelear contra un Mysterio gigante. Durante la saga de Inferno, en la que Nueva York fue tomada por demonios, Mysterio se comportó como un niño en un parque temático, y preparó un astuto plan por el cual pretendía minar la autoestima de Spider-man haciéndole creer, por medio de sus ilusiones, que un niño inocente había muerto por culpa de un descuido suyo.
Mysterio ha formado parte de equipos de primera línea, como los Seis Siniestros. También ha tenido como compañero habitual a otro peso pesado del Universo Marvel, el Mago, uno de los peores enemigos de los Cuatro Fantásticos. A tal punto este personaje ha sido central en la vida de Spider-man que él fue el responsable indirecto del famoso incidente del ladrón que mató al tío Ben, regresándose a esa historia para un apasionante número 200 de la colección original.
Resulta curioso que uno de los mejores comics de Mysterio es uno que no tiene en absoluto a Spider-man de protagonista. En él, descubre que está muriendo de cáncer, debido a la constante exposición a sus gases, y le dejan libre como medida humanitaria. Furioso y humillado, destruye en horas todo el equipo que le llevó días acumular, y decide que ya que se va a ir, se largará sobre las tablas, a lo grande.
En esos momentos, sin embargo, Spider-man no era Peter Parker sino su clon, Ben Reilly, y Mysterio, aunque desconoce su identidad, sabe bien que ese no es el sujeto con el que ha estado peleando durante años. Por ello decide destruir la vida de Daredevil, literalmente, 'porque eres un segundón'. Para ello elabora todo un plan maestro que comienza con una audiencia con Kingpin por 100.000 dólares y la compra de todo lo relativo a Daredevil, incluyendo su identidad de Matt Murdock, por un millón. Acusa a su mejor amigo, contrata a Bullseye para que asesine a su novia (con éxito), le quita su casa, y por poco consigue que asesine a un bebé aprovechando su catolicismo y produciéndole alucinaciones para hacerle creer que era el diablo reencarnado. Pero Daredevil ya ha sido quebrado antes por Kingpin en Born Again (aunque en mi opinión no de manera tan brutal), y se sobrepone a todo ello.
En el acto final, una vez desenmarcarado, Mysterio decide poner fin a su vida suicidándose cual Kraven, de un tiro en la cabeza. Regresó más adelante, pero ya nunca fue lo mismo, para empezar porque reapareció con lo que parecen ser errores de continuidad (un guionista lo hizo regresar como que había muerto de verdad, y otro como que no), y lo segundo porque hubo varios aspirantes a Mysterio distintos de Beck que no hicieron más que confirmar el ya sabido y consabido agotamiento de argumentos que vino casi después de los años 90, y en la colección de Spider-man muy en particular.
Antes de toda esa porquería argumental y de su suicidio tuvo también de manera fugaz un traje nuevo, un intento muy atrevido de renovar su imagen, sustituyendo su cabeza de pecera por una niebla que ocultaba una silueta oscura, y que me inspiró personalmente muchísimo para crear los personajes de Distorsión y Breakdown de mi libro The Jammers: pero como casi todo lo que se hizo en los 90, se dio marcha atrás debido a que los lectores sólo querían lo mismo de siempre, y lo menos distinto posible.
Lo que sí es seguro es que es uno de los villanos más originales, diferentes, y argumentalmente atractivos de Marvel, pues sus objetivos pueden no ser muy llamativos, pero todo el teatro que despliega es sin duda digno de leerse en todo su esplendor, y todo un regalo para el guionista que decide emplearlo como el próximo enemigo a derrotar.
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