La familia de Emilio también se contagió las ganas de juntar objetos: su esposa colecciona frascos de perfume y Ricardo, el hijo, tarjetas telefónicas, que están expuestas.
La granja también tiene sus curiosidades. Sobre una mesa hay cucharitas descartables para degustar dulces tradicionales y los que pocos se animan a probar: hay sabores de cebolla, berenjena, zanahoria y morrón, entre otros manjares.
Pero las cucharitas se hunden mejor en los de duraznos, higos, frutillas y especialmente en el dulce de leche que tan bien elaboran. Junto con las góndolas hay un salón con una cafetería para tomar algo calentito entre raros objetos de colección.
El acceso es gratuito y además de comprar alguna de las esquisitas mermeladas (
como la mermelada de banana,por ejemplo) no deje de comer en el restaurante. Prueben el buffet, es una verdadera delicia y a un precio accesible ($uruguayos 360 por persona a mayo 2013)