Eroban siguiendo su ritual vertió sobre dichos carbones al rojo diversas sustancias secretas. Se elevaron desde los carbones hasta el techo de la habitación cinco columnas rojizas, los diguanes se quedaron atónitos les pareció ver en el interior de las columnas rostros y cuerpos de guerreros. Eroban con su voz grave y profunda pronunció un misterioso conjuro tras el cual penetró dentro y fue directamente hacia el tonel donde dormitaba Ensa, que se hallaba justo en el centro de la habitación. Volvió a inspeccionar concienzudamente las escamas y advirtió varias marcas negras sobre el cuerpo de Ensa vertió sobre cada una de ellas un líquido dorado, el cuerpo de la dragona se estremeció ligeramente.
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