Respecto a la obra que nos ocupa, Graziella, podemos decir que tiene tintes autobiográficos dentro de una atmósfera claramente romántica, quizás, hasta demasiado. Lamartine nos describe su primer enamoramiento de una campesina napolitana, de cómo poco a poco se gesta el sentimiento recíproco y la lucha por disfrutarlo al máximo, sabiendo que tarde o temprano sus vidas correrán caminos diferentes. A mí me recuerda un poco a Primer Amor de Turguenev. Veintidós años tenía Lamartine cuando conoció a la bella napolitana Antoniella Jacomino. Cuarenta años después evocaba e idealizaba aquel amor en las páginas de Graziella. Además del sentimentalismo predominante de la obra, es importante mencionar las descripciones de los campesinos y pescadores italianos, sus rutinas, tareas y forma de vida, que el protagonista asumió también como una manera de integrarse en la zona.
Graziella fue escrita en 1851 y publicada por primera vez en 1852. También fue adaptada como obra teatral, ópera y película.
Graziella es una lectura adecuada para conocer a Lamartine. Su lectura es fluida, salvo en algunas ocasiones donde describe la tradición de la pesca, y el sentimentalismo/romanticismo me parece un poco aburrido, pero eso ya es mi apreciación personal, ¡cómo no va a ser romántico si es el iniciador del movimiento!.
“La prueba de que la libertad es el ideal divino del hombre está en que es el primer sueño de la juventud y que no se desvanece en nuestra alma hasta que el corazón se marchita y el espíritu se degrada o se desalienta.”
“Lo sublime cansa, lo bello engaña, únicamente lo dramático es infalible en el arte. El que sabe enternecer lo sabe todo. Hay más genialidad en una lágrima que en todos los museos y en todas las bibliotecas del universo. El hombre es como un árbol que se sacude para hacer caer sus frutos. No se hace estremecer jamás al hombre sin que caigan sus lágrimas.”
“El tiempo necesario para la formación de amistades íntimas en las clases altas es infinito comparado con el de las clases inferiores. Los corazones se abren sin desconfianza y se unen en seguida, ya que no existe la más leve sospecha de intereses ocultos bajo los sentimientos. Se forma más unión y parentesco espiritual en ocho días entre los hombres de la naturaleza que en diez años entre los hombres de la sociedad.”