La situación de Grecia es extremadamente grave, la tensión calmada que vivimos podría dar un vuelco a peor en cualquier momento, y nada favorece la incertidumbre que mantiene el Gobierno griego sobre su continuidad o salida del euro y sobre su posible default en la primera decena de mayo con los pagos del día 8 y el 12 al FMI. La posibilidad manifiesta, y manifestada, de impago de la deuda genera una situación de mayores dificultades para obtener la necesaria refinanciación de los mercados, y mayores costes para lograrlo, -todo el mundo suelta lastre y vende bonos griegos, nadie los quiere, el bono a tres años está cerca del 30%, el verano pasado estaba 10 veces por debajo y desde los mínimos en el entorno del 12% que hizo en la última semana de febrero está subiendo desenfrenado-. Veremos que depara la reunión del 24 de abril entre los ministros de finanzas de la eurozona. En la situación de nervios actual, una mala señal puede desatar oleadas de ventas que abran una tormenta de gigantescas dimensiones.
Los rescates fueron diseñados para beneficio de los bancos acreedores y no de Grecia, saber eso hoy es útil para el medio plazo, pero ¿sirve para resolver los problemas de esta semana?, etc. etc.
El asunto ahora trasciende las respuestas para preguntarse ¿Cuál será la mejor solución para evitar sufrimientos a la población evitando la hecatombe que se avecina? ¿Será capaz Syriza de resistir las posibles revueltas del pueblo griego que podrían producirse ante una situación de colapso? En definitiva la medida del éxito o fracaso, debería contemplar si las acciones políticas mejoran o empeoran las condiciones de vida. La estrategia desarrollada fue buena o mala, dependiendo de si han mejorado desde que llegaron al poder en enero, tras estos meses de negociaciones. El dinero del rescate fue a los bancos
Hace unos días Jordi Évole en un magnífico programa compartió con Varoufakis, intelectual, economista, actualmente Ministro de Economía griego, logrando presentar al personaje, al intelectual y al ministro, no solo por el discurso de Varoufakis, también por las aportaciones al programa de otras personas que matizaban aspectos de su personalidad. Vaya mi admiración por el intelectual y mi respeto para el político, del que me permito dudar que esté desarrollando las mejores tácticas para solventar los problemas. Los tonos grises de Varoufakis.
Aparecen muchas respuestas, allí y aquí, contradicciones entre la teoría y la práctica, entre los académicos y los políticos; tenemos ante nosotros un curso acelerado de política real, para nuevas y viejas generaciones, que nos obligará a distinguir los sueños de la realidad y separar los plazos de utopías y medidas concretas, a valorar entre lo urgente y lo importante, entre lo necesario y lo bonito, entre la defensa de teorías o hipótesis personales y las necesidades insatisfechas de la gente...
Las respuestas que algunos esgrimen son muy simples, -sería sencillo si hicieran tal o cual cosa, si no existieran explotadores, si se dejara de pagar y ese dinero se destinara a inversión, si salen del euro y crean una nueva moneda devaluada en un 30%, si ponen en marcha nuevos proyectos de inversión, chinos y/o rusos…- todas soluciones maravillosamente irrealizables sin asumir enormes costes materiales que conlleva cada propuesta. Toda acción generará reacciones, salvo las soñadas por quienes no tienen que asumir responsabilidades. Todas las salidas conducen irremediablemente a mayores sufrimientos de los griegos. El asunto es ¿cual de las opciones será menos dolorosa y más sostenible? ¿qué opción tendrá más posibilidades de implementarse, con menor dificultad?