Ayer fue un día histórico para Grecia y el resto de Europa. El 61% de los votos registrados en el referéndum fue a parar al ‘no’, y apenas el 39% al ‘sí’. Con estos resultados se entiende que el Eurogrupo y los tecnócratas de la Unión Europea rechazaran la celebración del referéndum. Grecia ha dado una lección al mundo entero. La cuna de la democracia ha reinventado el concepto, que ha sido brutalmente prostituido tras supeditar el bienestar general a los intereses políticos y económicos.
Además de celebrar la victoria del pueblo griego, este artículo también pretende denunciar la manipulación y el terrorismo mediático que ha sufrido Grecia a lo largo de toda la semana pasada, especialmente a nivel internacional. A mitad de semana, los medios de masas españoles mentían descaradamente asegurando que Alexis Tsipras había cedido y aceptado totalmente las condiciones del Eurogrupo. Esto confundió a la población que aún confía en estos medios, sobre todo cuando pocas horas después se supo que el Gobierno griego seguía adelante con el referéndum y continuaba haciendo campaña por el ‘no’.
Ese es precisamente el problema de muchos gobiernos y medios de comunicación que actúan como relaciones públicas: creen que la ciudadanía es incapaz de decidir por sí misma. Y, para evitar eso, se ha llevado a cabo una campaña feroz por el ‘sí’ en la mayoría de medios internacionales, mintiendo sobre el verdadero significado del referéndum y lo que puede conllevar, olvidando lo más importante: el pueblo ha podido elegir. Así, Grecia ha sido el único país europeo que ha permitido a su ciudadanía votar sobre las medidas impuestas desde Bruselas. En un discurso ayer por la noche, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, aseguraba que Grecia es el único país en desacuerdo con las medidas, a diferencia de los otros 18 Estados miembros, obviando por completo que en ninguna otra parte se ha votado. Independientemente del resultado, el pueblo ha tenido la oportunidad de elegir, algo que en España no se defiende bajo ningún concepto. Eso es lo que ha llevado a Mariano Rajoy a dejar a nuestro país en ridículo tras decir que “una cosa es ser solidario, y otra es serlo a cambio de nada”, dejando claro qué significa esa palabra para él y su gente: No existe la solidaridad, siempre debemos recibir algo.
Pero si hay algo que ha molestado a la élite europea estos días ha sido la solidaridad que el pueblo griego ha recibido desde todos los rincones del continente. A través de las campañas mediáticas han pretendido demonizar, no sólo al gobierno heleno, sino también al propio pueblo. Querían que el resto de europeos odiáramos a la ciudadanía griega, que la culpáramos de nuestra propia situación y reclamáramos ese dinero que nos debe. Respecto a esto, recupero un mensaje que lleva tiempo circulando por las redes sociales: Según el PP, Grecia debe 550 euros a cada español. Al griego que me los debe, se los perdono. Lo que no perdono son los 1.800 euros que me debe Bankia.
Lo peor que pueden hacer los pueblos es odiarse entre sí. Por eso, lo que más ha sorprendido y molestado a la Unión Europea ha sido esa solidaridad –real, no como la de Rajoy– que ha circulado tanto en multitudinarias manifestaciones como a través de las redes sociales. Y, probablemente, muchos griegos y griegas han votado sin miedo por el ‘no’ sabiendo que tienen todo ese apoyo detrás. Un apoyo que, de momento, no llega desde los gobiernos, pero sí desde los pueblos. Y, siendo así, es cuestión de tiempo que lo hagan los gobiernos, siempre y cuando no estén manipulados por la misma élite política y económica que controla actualmente la mal llamada Unión Europea.
Europa no olvidará este referéndum y observaremos con atención sus consecuencias y las medidas que el Ejecutivo heleno adopte, al igual que la reacción de la Unión Europea, teniendo en cuenta el resultado aplastante contra su tipo de austeridad. Una Unión Europea es posible, pero una unión de los pueblos, que defienda ante todas las cosas la vida y los derechos de las personas, por encima también de cualquier frontera.
IMAGEN PRINCIPAL: El primer ministro griego, Alexis Tsipras. Martin Schulz