Grecia y la decadencia de Occidente

Publicado el 29 septiembre 2013 por Elenagonzalezcastillo

Mecida por las olas de los mares Jónico y Egeo existe una nación, otrora cuna de las artes, la democracia y la filosofía occidental, que se ha convertido en víctima de los intereses de banqueros y políticos. Grecia, al igual que muchos otros países del sur de Europa, se ve ahora obligada a pagar por lo que años de corrupción gubernamental han conseguido: desfalco de arcas públicas, despidos masivos, recortes en servicios básicos e imprescindibles… El problema viene cuando, además de pagar tus platos rotos, te toca también pagar por los de los demás y servir de cobaya a los países más ricos de la zona euro.

Pavlos Fyssas, asesinado por antifascista

El asesinato del rapero antifascista Pavlos Fyssas a manos de un simpatizante del partido neonazi Aurora Dorada es el último en una larga serie de sucesos que confirman la deriva del país heleno: extremismos, pobreza, intolerancia y caos. Con una tasa de paro del 27,1% (sí, mayor incluso que la española) y unas expectativas de crecimiento negativo (esa locución tan usada hoy en día por políticos de todo el mundo) del 4,2% respecto al año anterior, Grecia es un títere en manos del FMI, la Comisión Europea y Frau Merkel. Y la población lo sabe.

Militantes del partido de extrema derecha Aurora Dorada junto a su líder, Nikos Mijaliliakos

La indignación que estos hechos provocan en la ciudadanía se ha exteriorizado de diferentes maneras: mientras que algunos optan por manifestaciones reivindicativas -que a menudo acaban en disturbios violentos y represión policial-, otros persiguen a homosexuales, inmigrantes y personas sin hogar, alentados por grupos de ideología fascista. El arresto del líder de Aurora Dorada, tercer poder político en el Parlamento griego, y de otros diez miembros del partido parece arrojar cierta esperanza sobre un país que navega a la deriva y da tumbos sobre sí mismo. Eso sí, el hecho de que ninguno de los diputados arrestados pueda perder su escaño (a no ser que el juez les declare culpables de formar parte de una organización criminal, hecho poco probable) y de que ningún país de Europa mueva un dedo por ayudar a Grecia (no, los “rescates” filantrópicos de Alemania no cuentan) consigue que cualquier tipo de credibilidad se pierda. El barco de Occidente, como relataba el genial José Luis Sampedro, hace aguas por doquier.

Disturbios en Grecia tras aprobar el plan de austeridad económica de 2012