Y por fin llegó el gran día, las tan ansiadas como temidas elecciones generales en el país Heleno han refrendado democráticamente a Alexis Tsipras como presidente de la depauperada nación griega.Tras meses de escuchar y leer mil conjeturas sobre las consensecuencias de la llegada al poder del partido de ultra izquierda Syriza, es el momento de verificar si los milagros existen y así poder constatar si los unos acertaban con el vaticinio del peor de los Apocalipsis o si atinaban los que anunciaban la llegada de una especie de Mesías capaz de promover un nuevo orden en Europa y por que no mundial. Tanto se ha escrito en un sentido y en otro que a nadie se le escapa la importancia de estas elecciones y su trascendencia sobre el "orden" tal y como lo conocemos. A mi humilde modo de ver, no se trata tanto de constatar el triunfo de un partido de izquierdas o derechas, y si de la victoria de un partido contra o anti sistema.Si volvemos la mirada atrás e intentamos recordar, como diría Loquillo aquellos años "en los que fuimos los mejores" aquellos años 90 de prosperidad, en los que obeservábamos distantes y casi con vergüenza ajena la emergencia de gobiernos populistas al otro lado del charco, y nos hubieran preguntado si esos fenómenos populistas se podrían dar en Europa, nuestra contestación con toda seguridad hubiera sido un no rotundo aduciendo mil argumentos sobre lo avanzado de nuestra cultura política. Pues ya ven que no es así, la desesperación y la miseria carecen de memoria histórica y mucho menos de recuerdo político. El ser humano es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra y hasta tres y cuatro si se dan las circunstancias necesarias para que así sea. La llegada al poder de Syriza y el avance de partidos radicales de diverso signo político en cada rincón de Europa, certifican una Unión Europea enferma y agotada, tanto como lo está el modelo social demócrata y estatista que rige nuestras vidas desde hace décadas. Como español que en su infancia vivió los estertores del franquismo, que en la adolescencia asistió expectante a la firma de adhesión a la Comunidad Económica, y ahora ya pasados los cuarenta, en los que puedo mirar de donde veníamos y donde estamos, y como dicen que de ser bien nacidos es ser agradecidos, para mi cabe decir gracias Europa, pero como lo cortes no quita lo valiente, también cabe decirle renovarse o morir. Negar esta realidad y mostrarse inmóviles es darle alas a esos que tanto temen los poderes predominantes, Europa necesita un profundo cambio y este se producirá tarde o temprano, de una manera u otra. Evolución, avance y consenso contra involución, retroceso y ruptura del marco socioeconómico, no hay mas opciones. Llegados a este punto donde no parece haber vuelta atrás, la victoria de Syriza se muestra como el tañido de la campana del último aviso para la Unión Europa, es la hora de hacer un profundo análisis del porqué existe una cada vez mayor parte de población europea descontenta y sobre todo desesperada, tanto como para seguir a lideres radicales ungidos por el odio y el afán de revancha, políticos disruptores con discursos construidos a base de verbo destructivo, romper, quitar, acabar, limpiar, erradicar, derrotar... y así un largo etcétera de vocablos que recuerdan a épocas pretéritas que creíamos superadas. Es tiempo de que la Unión Europea evolucione y sea capaz de reorganizar de una manera moderna y actual el marco socio económico de sus socios. No albergo la más mínima duda del fracaso de Syriza, o bien porque no cumplirá con su programa traicionando así a sus electores, o porque lo cumplirá y sumirá a Grecia en la mas absoluta quiebra. En cualquier caso y aunque probablemente no sea politíticamente correcto, algunos nos alegramos de este triunfo, pues como reza el dicho, los experimentos con gaseosa y si puede ser que los haga el vecino. Tal vez así, de una manera dramática para los griegos, pero al fin y al cabo elegida por ellos, el resto de europeos y mas concretamente el electorado español compruebe en la realidad de un vecino cercano, que esos radicales que ahora se visten de transversalidad, mienten y nos intentan engañar, que las políticas de confrontación y de ruptura conducen al aislamiento y al retroceso económico y social, que las medidas revanchistas solo generan más odio y frustración fraccionando aun mas nuestra ya de por si dividida sociedad, y que tomar caminos de manera unilateral en el marco de una Comunidad te conducen directamente fuera de la misma.Pablo Iglesias gritó en el último mitin de Syriza "Juntos hasta la victoria, Podemos, Syriza, Venceremos" Albergo la esperanza que la propia victoria de Syriza evite el triunfo de Podemos en España, y si tengo que elegir un compañero de viaje, prefiero un alemán "tutelador" que no un griego derrochador. Así que Pablo, si quieres ir junto a Alexis Tsipras te vas tu, a los españoles déjanos en paz, que bastante tenemos con lo que tenemos.