Un nombre que es un título. La historia del mundo es siempre la historia de un hombre. Una generación entera puede ser un hombre. El símbolo es algo importantísimo en nuestro própio hecho biológico. El simbolismo creo lo que se podría llamar la cultura común humana. Esto es algo que se entiende, no hace falta leer a Jung para percibir lo que significan cosas que no son lo que parecen. Extraña introducción diréis para una revisión cinematográfica. De acuerdo, toda la razón. Es que no puedo evitar dar un toquecito de atención sobre la opinión de algunos críticos españoles, como Boyero que, una vez más, no ha entendido nada.Antes de nada, decir abiertamente que no soy fan de Noah Baumbach como director, aunque me gusta lo que escribe (ver The Life Aquatic o Mr Fox). Pero lo cierto es que con "El calamar y la ballena", solo no dormí porque lo ví en una hora inadecuada para el efecto. Del mismo modo, no soporto a Jennifer Jason Leigh, ni sus interpretaciones gesticulantes, ni sus dientes, ni su aire de superioridad intelectual, desde "Mujer blanca soltera..." (como ha cambiado el mundo, un título o un anuncio así en un periódico, ahora...), pero lo cierto es que no había visto nada de lo que haya escrito.Una vez hecho este segundo statement, vamos a lo que interesa, la película en sí. Greenberg es una historia cotidiana, de las que definen un universo entero. Un hombre de 40 años (inmejorable, sobrio, profundo Ben Stiller), exuniversitário y músico que casi llegó al éxito, dedicado a la carpintería, recién salido de una institución psiquiátrica se instala temporalmente en casa de su hermano, de viaje en Vietnam, con la intención de recuperarse. Allí recupera algunas viejas amistades, conoce a una chica, cuida del perro de su hermano y se dedica a intentar no hacer nada, no conducir, no ligarse a nadie.
Una lección de como la existencia plácida depende de nuestra capacidad de entender que debemos abrazar la vida real tal y como es. Y que eso no es triste, sino lo que ES.
Todo ello aderezado por una excelente banda sonora y por interpretaciones que son tan anodinas como se puese esperar de una película de seres anodinos. En ese sentido, además del gracioso y poderosamente intelectual Stiller, destacar al británico Rhys Ifans, que si bien hace de sí mismo, recordando aquél papel que le lanzó a la fama como amigo de Hugh Grant en "Notting Hill", está excelente en su personaje y a la impresionante Greta Gerwig, actriz, guionista y directora, que está increíble encarnando a la perdida joven Florence. Una historia que, si nos quedamos en el soporífero existir de sus protagonistas, consideraremos, como el torpe crítico del ABC "una sosa reflexión sobre un tipo sin interés". Eres tú mismo, tronco...