Mirada de espera.
El cuerpo rígido.
Las extremidades en tensión.
Se oye ruido.
Puedes ser tú.
El cuerpo se yergue.
El vello erizado atento a ti.
Después de alzar la cabeza
sobreviene la desilusión.
No eres tú.
¿Quién si no?
Los ojos vuelven a mirar al suelo.
El anhelo de ti vuelve a invadir la atmósfera.
Me recojo en mí mismo.
Con todo, el oído agudo por si oigo un ruido
y seas tú.
A Grifo, un perro incondicional