Amigos, grimillón es un sustantivo empleado principalmente en Chile para expresar una cantidad grande de personas o cosas... similar a otras voces afines como infinidad, sinnúmero, aglomeración, turba, caterva o muchedumbre...
Encontramos la sonora voz que hoy nos ocupa en multitud de contextos como en la obra Juana Lucero de Augusto d'Halmar (1882-1950, escritor chileno):
...¡Bien quisieran algunos reconcentrarse, mas allí todo bulle, desde el rayo de sol que traspasa las vidrieras, y donde valsan grimillones de microbios irreverentes, hasta el grito de los de los suplementeros que anuncian en la plaza La Ley, precisamente por estar excomulgada, y el ¡ti-rri-rrin! de las monedas al caer en el platillo...
O en la Ruta de sandía, cuento de la escritora chilena Virginia Vidal:
...Cuento el dinero. Calculo cuánto gastaré en pasajes... Reviso los estantes de mi puesto-varios. ¿Chocolates? ¿Algunas conservas? Quisiera poner en un bolso enorme todo lo que le gusta. ¿Y las frutas? ¿Dónde comprarlas? Llegaré a la ciudad de noche. Tomaré el avión de madrugada. En la capital habrá que hacer un grimillón de trámites. ¿Y si no tengo tiempo de comprarle algo por allá? En un rincón hay unas sandías preciosas, acabaditas de llegar...
¡Hasta el próximo artículo de óxido y herrumbre! ;-).