La dura realidad de la corrupción, la decadencia y el abuso de poder golpean a Griñán con la fuerza de un martillo pilón. Numerosos expertos opinan que, tarde o temprano, l actual presidente andaluz terminará procesado por los escándalos e irregularidades del socialismo andaluz, lo que constituye un obstáculo tremendo y prácticamente insuperable en su camino hacia la sustitución de Rubalcaba en el liderazgo del socialismo español.
Cualquier dirigente que pretenda guiar con éxito al socialismo en el futuro, tras los estragos causados por Zapatero y su equipo, tendrá que ser nuevo, estar libre de responsabilidades de gobierno, no haber participado en el "festín" del socialismo y defender una profunda regeneración ética que Griñan no puede liderar porque su carrera política está rodeada y jalonada de irregularidades y chorizadas.
El socialismo lleva mandando en Andalucía demasiado tiempo, casi tanto como gobernó Franco en España. Eso es legal, pero insostenible en democracia porque la corrupción y el agotamiento hacen estragos en el poder. En Andalucía se cumple a la perfección el dicho sabio de que "el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente". Sin apenas oposición, con una derecha enfrente de encefalograma plano, y dominando los recursos y trucos del poder, el socialismo andaluz se ha convertido en un régimen y en parte del paisaje atrasado y en crisis de la región.
El socialismo que preside Griñán fue moldeado por Manolo Chaves, que hizo de él una estructura arrogante y alienada de privilegios y ventajas para servirse del poder, no para servir al ciudadano. En Andalucía hay "conseguidores" y "comisionistas" de todas las especies, desde gente que vive y cobra por mover expedientes administrativos atascados hasta otros que cobran grandes sumas por anticipar pagos de la Administración o por lograr permisos, concesiones y subvenciones. En el "negocio" de los conseguidores, vergonzosamente, hay altos cargos como la citada Amparo Rubiales, presidenta del partido, y hasta expresidentes y exconsejeros, todo un signo de podredumbre y degradación del sistema, que de democracia sólo conserva el nombre.
Algún día el "fenómeno" del socialismo andaluz será estudiado en las escuelas y universidades del mundo como ejemplo de todo lo que no debe hacerse en democracia y como reflejo aterrador de la degradacióna la que puede llegar el poder político en una democracia teórica, pero falsa, como la española.