Estuvo estudiando guitarra clásica un poco, pero se cansó y tiró por el magisterio musical, donde aprendió a jugar al mus y a mezclar bien el calimocho.
Estuvo luego en la escuela de música de Tres Cantos, como ocho años dando clase. Años tirados a la basura.
Desarrolló su faceta como músico haciendo ruiditos con la boca de beatbox, disciplina con la que fue campeón del mundo. Bueno, eso dice él, no hay forma de comprobarlo y es muy probable que sea coña suya.
Se curtió como humorista en las mejores salas y teatros del mundo las peores tabernas y sitios inhóspitos de Madrid.
Llegó a La resistencia por Ricardo Castella, que le gustaban los cacharritos. Grison trabajaba para la gente de Roland, que son como los que venden la thermomix, pero con una máquina de lups de esta que graba y repite todo el rato. Como Castella no tenía ni puta idea de como funcionaba y no se enteraba de nada, se lo llevó a La Resistencia.
Tienes dos hijos, los cuales desea matarlos, pero no puede matarles porque no tiene donde irse, así que los tiene atados a un radiador.
Hoy en día espera ansiosamente la muerte de Broncano para ocupar su puesto y la de Castella para apropiarse de su pañuelo.