Llevamos dos días desde que se celebró el certamen de Eurovisión. Debo reconocer que no lo vi, por muchas razones, pero el caso es ese.. que no lo ví.
Probablemente nunca hubiera escrito esta entrada si el mundo fuera justo, pero por lo visto ni lo es ni esperamos que lo sea.
Lo que es vox populi es que un certamen en el que cada uno vota lo que le da la gana y por supuesto si canta mi primo le voto a él aunque no lo haga tan bien como otros. Eso es así y mientras se vote de esta manera así será.
Hasta aquí todo son obviedades, así que voy a lo que iba.
La actuación de la representante española fue muy decente, diametralmente opuesta a los esperpentos que hemos llevado a algunas veces, y aunque muestra un buen trabajo, para mi es flojo, pegajoso y aunque probablemente se podía haber llevado un trabajo mejor no está el mercado de la canción española como para pedir peras al olmo.
Mi irritación no proviene en que si ha ganado la canción adecuada o la intérprete mejor pertrechada o con mayor glamour… En realidad eso me importa un pimiento… o dos.
Mi cabreo me viene por el maltrato sistemático que se ha hecho a Conchita Wurst (o como se escriba salchicha en alemán) pero no porque su canción fuera mejor o peor ni por que su coreografía fuera más acertada o menos… Todo viene dado por que alguien que se dice mujer y que nunca ha ocultado su evolución transformista aparece en un escenario con una bonita barba y encima gana.
¿Que ha recibido trato de favor? probablemente, pero nunca sabremos si fue por su barba o por el valor de aparecer con ella o simplemente por que ahora mismo toca llevarse bien con los holandeses. Puede incluso que hasta cantara bien.
Lo que me cabrea hasta medidas insospechadas es que personas, canales, programas que se autodenominan tolerantes con las inclinaciones sociales o sexuales se pitorreen en abierto de una persona solo por que su atuendo ha sido (o no) el adecuado.
Ya no hablemos de los deficientes culturales que se abrigan con el rechazo a los “diferentes” muy probablemente para poder ocultar su propia incapacidad de disfrutar de una erección completa o un orgasmo no provocado por su propia mano.
Si nos tocan nuestras cosas ni homosexuales ni negros ni “socialistas” ni verdes ni nadie que piense diferente o parezca diferente va a ser aceptada. Ahora mismo incluso las feministas rechazan a que otras mujeres defiendan el derecho de decidir si quieren o no abortar.
Estamos dispuestos a tolerar lo que sea mientras no nos adelanten cualquiera puede tener mejor equipo que el nuestro. Aceptamos que alguien pueda vestir de azul siempre que se quede detrás de nosotros que preferimos el verde.
Disponemos de un pais de hipocresías descaradas, aprendemos de los que mandan y seguimos sus pasos como auténticos personajes falsos y sin capacidad de decisión propia.
Damas y caballeros…