Serra-Ricart lo contaba mientras alrededor suyo bajaban hacia el mar grandes bloques de hielo azul, color que adquiere el agua congelada cuando la concentración de oxígeno es muy alta, lo que indica que lleva mucho tiempo sufriendo una gran presión. Dicen algunos que es el hielo más antiguo.No es la primera señal evidente a simple vista de que el calentamiento de la Tierra se está acentuando. El frente del glaciar Qaleraliq, enfrente del campamento de Tierras Polares que Ramón Larramendi ha instalado en otro fiordo groenlandés, se ha reducido en cientos de metros, partiéndose en dos partes, y el explorador recuerda también que era mucho más alto en 1997.Ahora a las imágenes se suma el sonido porque cada poco rato se escucha un trueno de larga duración, que no es tal: son los bloques que caen de los mismos glaciales cuando las grietas acaban por romper, algunos de muchas toneladas de peso: los icebergs. Otros pequeños fragmentos que crean una especie de chapapote helado entre el que no es fácil moverse.Los científicos calculan que Groenlandia ha perdido más del 20% de su hielo en los últimos 30 años. Y temen que el volumen del agua acabe por aumentar el nivel de los mares de todo el mundo. "Siempre hemos venido en verano, en época de deshielo, pero es cierto que cada vez vemos los glaciares con mayor retroceso", señala el investigador.
Por la noche, las auroras boreales siguen pintando la noche, aunque ya la Expedición astronómica Shelios abandonó el país y ya no se retransmiten en directo, dentro del proyecto europeo Gloria. Durante su estancia, grabaron imágenes espectaculares de esas partículas energéticas que salieron del Sol muchas horas antes de traspasar la magnetosfera de nuestro planeta. La noche en el fiordo de Tassiusaq les regaló un arco boreal que duró muchas horas, de fondo, y a su alrededor estelas, lluvias, formas verdes, azules, casi rojizas que iban y venían y que superaron a las que cazaron la primera noche."Nos vamos más que satisfechos. Hemos tenido suerte, porque el tiempo es muy variable en esta zona del mundo y nunca sabes si cumplirás los objetivos", apuntaba Serra-Ricart el jueves, antes de abandonar Groenlandia.Desde la altura, ya en el avión, no distinguió los árboles de la investigación danesa, pero sí una tierra congelada, blanca, que ya no recordaba tan pequeña... Quizá un día sea un bosque.FOTOS: www.twitter.com/RosaTristanFUENTE: http://www.huffingtonpost.es/