GTD: Prestar Atención a lo que Roba tu Atención

Publicado el 27 octubre 2013 por Jmbolivar @jmbolivar

Ahora que ya sabes que eso de la gestión del tiempo es una quimera y que lo único que tiene sentido gestionar es tu atención, veamos en qué consiste esto exactamente.

Todas esas cosas que tienes dando vueltas por la cabeza, es decir, todas esas cosas a las que en algún momento prestas atención, mucha o poca y con la frecuencia que sea, son cosas que en un momento dado captaron tu atención y lo hicieron por algún motivo.

En realidad, lo que ocurre es que, en un momento dado, esas cosas llamaron tu atención pero ahora, cada vez que te vuelven a la cabeza, lo que están haciendo es distraerte, es decir, están robando tu atención.

Cuando tu pensamiento se ve interrumpido por una “cosa” de manera más o menos repetitiva, suele ser indicio de que esa “cosa” necesita que tomes alguna decisión al respecto. Hay algo en ella que no ha sido captado, clarificado, decidido u organizado suficientemente.

Una de las premisas básicas de las que parte GTD es que si no prestas atención a lo que te llama tu atención, será necesario que después le prestes más atención de la que se merece.

Esto es así porque la cantidad de energía mental y emocional que inviertes en un pensamiento recurrente será siempre mayor que la necesaria para tomar una decisión al respecto la primera vez que aparece ese pensamiento, independientemente de lo que decidas hacer con él. Dicho de otro modo, “rumiar” pensamientos es altamente improductivo.

El 50% de la mejora en la productividad personal proviene de “hacer mejor” las cosas y “hacer mejor” no es más que centrar toda tu atención en la tarea que estás haciendo, de una sola vez y hasta terminarla. En consecuencia con lo anterior, si aceptamos que tu capacidad de enfoque es crítica para tu productividad personal, todo lo que afecte negativamente a esa capacidad debería ser eliminado.

Hay quien dice que prefiere ignorarlo, por ejemplo, porque considera que eso que está robando su atención no son cosas importantes. Evidentemente es una opción pero es una mala decisión. ¿Por qué? Muy sencillo. Porque si esa “cosa” va a desaparecer sola más adelante, lo correcto sería eliminarla ahora para que deje inmediatamente de interrumpirte, en lugar de hacerlo después de un tiempo. Por otra parte, si esa “cosa” no va a desaparecer y vas a tener que hacer algo con ella en algún momento, muévela ahora a un sistema fiable que te permita administrarla con el mínimo esfuerzo, y así también evitarás que siga incordiándote.

La clave es que sacar las “cosas” de tu cabeza se convierta en hábito y tratar igualmente las cosas importantes que las que no lo son ya que, sean o no sean importantes, están afectando negativamente a tu capacidad de atención. Si te resistes a aceptar “lo que hay” y capturas solo parte de lo que te roba la atención, estarás limitando tu eficacia.

También es importante no confundir el hábito de capturar con los de procesar y organizar. Cuando “sacas” algo de tu cabeza porque está interfiriendo con tu atención, lo que estás haciendo es simplemente “sacar una cosa” de tu cabeza. Eso no significa que vayas a hacer, ni que tengas que hacer, nada al respecto. Significa simplemente que la mueves temporalmente a un contenedor externo donde la dejas “confinada” para más tarde decidir qué hacer con ella.

Entender esta diferencia es clave, ya que habitualmente lo que “sacamos” de la cabeza son tareas, es decir, “cosas” con las que ya hemos tomado una decisión, a menudo automática e inconsciente, de hacer algo. Desde este paradigma, cuantas más cosas saco de mi cabeza, más “obligaciones” me estoy echando encima, así que la moraleja es clara: “saca lo mínimo posible”.

Sin embargo, en GTD lo que “sacas de tu cabeza” no son “tareas” sino “cosas”. Y aunque es probable que algunas de las “cosas” que has “sacado” se conviertan más adelante en “tareas”, lo normal es que otras muchas no.

En cualquier caso, eso ahora mismo no importa. Lo que importa es desarrollar el hábito de prestar atención a lo que roba tu atención y moverlo a otra parte para que deje de hacerlo mientras decides qué hacer (o no hacer) con ello.