Sin embargo, y por desgracia, esto no suele ser así, ya que hay otra parte de tu mente, menos consciente, que sigue “preocupada” por todos los demás compromisos abiertos, es decir, por aquellos para los que aún no has tomado una decisión ni la has registrado en algún sistema externo de confianza.
De hecho, las constantes auto-interrupciones que te hacen tan difícil mantener la concentración en lo que estás haciendo, están causadas precisamente por esta “preocupación”.
El origen de la misma se debe a que tal vez puedas engañar a otras personas pero no puedes engañar a tu mente. Ella sabe si puede confiar en ti, o lo que es lo mismo, si has tomado las decisiones y medidas necesarias para que puedas tener en cuenta esa tarea siempre que se produzcan las circunstancias adecuadas, hasta completarla.
Y cuando esto no es así, esa parte menos consciente de tu mente entiende que su deber es recordarte que la tarea sigue pendiente, hasta que la hagas.
Como ya hemos visto, tu mente es un problema para tu productividad porque, por lo general, te recuerda las cosas de forma aleatoria y en los momentos más extraños, en lugar de hacerlo cuando se reúnen las circunstancias adecuadas para que hagas algo relevante al respecto.
Las cosas incompletas te generan estrés, en mayor o menor medida, hasta que las gestionas. Por este motivo todas las personas intentan gestionar sus “incompletos” de uno u otro modo.
Pero por alguna extraña razón, y a pesar de las innumerables evidencias sobre su limitada capacidad para gestionar nuestros compromisos, lo que la mayoría de las personas utiliza para manejar sus asuntos pendientes es solo su mente.
Lo que ocurre cuando intentas gestionar todo solo con tu mente es que se produce un curioso fenómeno.
Por una parte, tu mente intenta llevar un control de todos esos asuntos pendientes de forma simultánea, para que no “se le escape” ninguno. El problema es que habitualmente le resulta imposible, ya que el número de “incompletos” de una persona cualquiera suele exceder con creces el máximo de una docena de elementos que la memoria a corto plazo puede manejar.
¿Qué sucede entonces? Que se produce una paradoja, ya que al intentar controlar mentalmente todo para aliviar el estrés causado por el trabajo inacabado, y no ser capaz de conseguirlo, te estresas aún más.
La productividad personal tiene mucho que ver con encontrar la solución a esta paradoja, es decir, averiguar cómo poder controlar todo el trabajo inacabado para que no nos genere estrés, de una forma que, a su vez, sea lo suficientemente creíble para nuestra mente como para que ésta acepte dejar de ser ella quien gestiona nuestros compromisos.
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