Guadalajara 2013/VII

Publicado el 07 marzo 2013 por Diezmartinez

Quebranto (México, 2012), segundo largometraje documental del productor/guionista/conductor todoterreno Roberto Fiesco (opera prima codirigida con Julián Hernández La Transformación del Cine en Música/2009) no debería irse con las manos vacías de Guadalajara 2013.  Estamos ante un filme-mosaico de temas e intereses muy caros a la pareja creativa de Fiesco/Hernández con una puesta en imágenes -cámara de Mario Guerrero- que pasa de lo más convencional -cabezas parlantes dando su testimonio- a lo más lírico -los números musicales montados para lucimiento de las dos protagonistas de la película- en un solo corte.  Desde la primera imagen, sabemos que estamos en manos de alguien que tiene recursos fílmicos y sabe cómo usarlos: un elegante travelling lateral termina encuadrando a alguna mujer de edad madura que está en algún cafetín que tuvo mejores años, mientras escuchamos la voz de Pedro Vargas ("Triste, Muy Triste") y, luego, el testimonio de la mujer en cuestión, llamada Coral Bonelli, antes conocida como Fernando García Ortega, "Pinolito", otrora actor infantil del cine mexicano de los años 70. Con este acercamiento a Coral/"Pinolito", Fiesco -y su coguionista Hernández- matan varios pájaros de un solo tiro: la temática gay como punto de partida, cierta música emblemática que acompaña/revela a nuestros personajes, la exploración de la vida familiar a través de la figura de la dicharachera madre de Coral, y el estudio de cierta época del cine mexicano con testimonios claves, como el de Jorge Fons, quien dirigiera al niño Fernando García Ortega en el segmento magistral "Caridad" de Fe, Esperanza y Caridad (1974).  Lo notable de Quebranto es que, a pesar de todos estos temas, la película avanza con seguridad y pertinencia, sin que una de las líneas narrativas termine opacando/estorbando a las demás. En su debut como cineasta en solitario, Fiesco ha cometido el clásico pecado de meter todo lo que se ocurre en una sola película pero tengo que admitir que el director es un pecador exitoso: la cinta no es un muégano de historias sino un dulce sólido, de una sola pieza y que, además, se da el lujo de darle oportunidades de lucimiento a la multifacética Coral y a su ingobernable mamacita (Coral baila una agotadora coreografía en plano general y en una sola toma y luego la vemos personificando como travesti a Lucha Villa e interpretando la extraordinaria "Las Ciudades", mientras "Doña Pinoles" se revienta con voz cascada algún tango), para que todo termine con número musical exultante incluido: "Mi Gran Noche" (¿podía ser otra canción?), con Fernando/"Pinolitos"/Coral transformado ¡en Raphael! ¡Música, maestro! (Sigue...)