Revista Cuba

Guardemos las diferencias y trabajemos por Cuba

Publicado el 27 octubre 2015 por Yusnaby Pérez @yusnaby
AAAPost26Oct

Me entristece cuando exiliados, disidentes y opositores cubanos tenemos pugnas entre nosotros, haciendo la debida aclaración de que pensar diferente es una cualidad de la democracia como también lo es el respetar el pensamiento y las ideas ajenas. Una razón fundamental de nuestra oposición al marxismo castrista es que ese sistema nos limita la libertad y nos impone a la fuerza la instrucción de cómo debemos hacer las cosas y cuando discrepamos y pensamos que es mejor hacerlas de forma diferente reaccionan con brutalidad.

La unanimidad solo se logra en los regímenes totalitarios, ya que el que ejerce el poder nos fija una línea de acción de la que no podemos salirnos y si alguien se atreve, lo quitan del medio, lo desaparecen, lo esfuman. Así actúa el castrismo y por eso ha fusilado, ha encarcelado, ha golpeado o ha condenado al ostracismo a todos aquellos que se atreven a disentir. Esa es la razón de que en Cuba, en ese simulacro que el gobierno llama elecciones, se gana con el 99% de los votos. No es que todos piensen igual, sino que todos tienen que votar como quiere el jefe. Todo se tiene que hacer como quiere el jefe.

Todos recordamos al desaparecido Dr. Luis Aguilar León, quien refiriéndose al cierre del periódico cubano “Diario de la Marina” ordenada el 12 de Mayo de 1960 por el régimen castrista, escribió un artículo en el periódico “Prensa Libre” que tituló “La Hora de la Unanimidad”. Por haber escrito ese artículo, Luis Aguilar León fue perseguido por el gobierno cubano y tuvo que salir al exilio.

En dicho artículo, Aguilar León escribía: “He aquí que va llegando a Cuba la hora de la unanimidad: la sólida e impenetrable unanimidad totalitaria”. Y más adelante comentaba “Frente a la sana multiplicidad de opiniones se prefiere la fórmula de un solo guía y una sola consigna, y una total obediencia. Así se llega a la unanimidad totalitaria”.

Y concluía: “Así se nos disuelve la personalidad en un coro colectivo y monótono”. “Y nada hay peor que eso para quienes no tienen vocación de obedientes rebaños”.

La unanimidad castrista se impuso y muchos cubanos tuvieron que irse al exilio, y una vez afuera, se comportaban de una manera similar a como los castristas lo hacían en Cuba. No se admitía disentir y el que lo hiciera era un traidor. Luchábamos por el pluralismo ideológico, pero no lo permitíamos por más contradictorio que sea. Cada grupo tenía su verdad y la buscaba imponer como fuera. Y cuando se agotaban las razones o no se querían usar porque eran incómodas, se caía en los juicios de valor, en los insultos. El exilio se volvió intransigente e incongruente y nadie me lo tiene que contar. Yo lo viví. Y todavía hoy en día muchos actúan así.

En  mi columna “Que difícil es saber ser libre” que publiqué en mi Blog el 19 de Diciembre de 2013, describo cómo por pensar y opinar diferente recibí todo tipo de insultos de aquellos que no pensaban como yo. Recuerdo a un buen amigo médico hacerme un comentario de algo que pensaba, y añadir rápidamente: “Por supuesto, eso jamás te lo diría en la calle 8”.  Al cubano le cuesta trabajo aceptar que otros piensen diferente, y sienten como su enemigo y traidor a aquel que lo hace.

Años después, ya en su ocaso, el Dr. Aguilar León escribió en un género no habitual para él, un artículo sobre la forma en que un profeta describía como se comportaban los cubanos. En ese artículo, el profesor emérito de la Universidad de Georgetown decía al referirse a sus compatriotas: “No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados”. “Cuando discuten no dicen No estoy de acuerdo con usted; dicen Usted está completa y totalmente equivoca’o”.

Y es verdad. Así somos la mayoría de los cubanos y por eso muchas veces una pequeña discrepancia o una diferencia menor, se transforma en un problema que se nos sale de las manos. Y muchas veces decimos cosas que no queríamos decir o sacamos las cosas de su contexto. Y así, de repente, nos encontramos a gente buena y valiosa destrozándose y hasta insultándose de manera innecesaria.  Lo hemos vivido, y lo estamos viviendo ahora.

Ya es momento de terminar con esta situación, porque no beneficia en nada a Cuba, ni nos ayuda en la lucha para lograr la libertad de nuestra patria. Necesitamos organizaciones y líderes que generen ideas diferentes y apoyarlas a todas. No tienen que actuar de la misma manera, porque no hay un solo camino para lograr un cambio en Cuba. El cambio solo se logrará a través de la sinergia que produce el trabajo simultáneo de personas, que pensando diferente, con ideas diferentes y muchas veces complementarias, buscan un objetivo común y ese objetivo no puede ser otro que lograr, para Cuba y su pueblo, que exista un futuro de libertad, prosperidad y oportunidades.

Por nuestra Cuba yo pido que paremos la cadena de discusiones y acusaciones.  Cuba necesita a sus mejores hijos y quienes riñen están entre las personas más inteligentes y valiosas que tenemos. Son personas con alta capacidad de organización y cualidades de liderazgo que necesitamos en la lucha. No les solicito que piensen igual. Como decía Don Luis, los líderes no tienen vocación de rebaños, si pero les solicito y debería decir que les exijo una tregua y un apoyo hacia nuestra Cuba, sin la exigencia de tener que hacer lo mismo. Si queremos una reconciliación en nuestra patria, comencemos reconciliándonos ahora. No tenemos que ser amigos, pero debemos respetarnos y trabajar juntos porque así se requiere. Que no nos enfrente la causa que nos debe unir.

Ratifico la cruzada que comencé hace unos meses e invito a aquellos que estén de acuerdo a que se unan: Apoyemos a todos los que hacen algo por la libertad de Cuba aunque piensen diferente a nosotros y guardemos nuestras diferencias para cuando Cuba sea libre.

Mientras llega ese día, sigamos trabajando por nuestra Cuba, sin demandar a los demás que hagan lo que queremos. No desperdiciemos esta oportunidad para dar un ejemplo de pluralismo, tolerancia y pensamiento democráticos.


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