Guardianes de la piedra Lapislázuli: Los Afganos

Publicado el 27 septiembre 2014 por Raul Fernandez

 

Un gran número de personas no conocen otra manera de ganarse el pan en las minas de Sar E Sang en Afganistán. La explotación del Lapislázuli, es un negocio que aporta buenas ganancias. Al pueblo Afgano el duro clima y las guerras civiles le han dejado rastros indelebles, la liberación de Afganistán ha costado muchas vidas. Seguramente esta manera de vivir le ha dado la fortaleza suficiente para luchar día a día en la búsqueda del tesoro azul, el Lapislázuli. Por ello el bien merecido título de Guardianes de la Lapislázuli. Para nadie es un secreto que las minas son una fuente generadora de dinero para la economía del país, muy a pesar de ser blanco permanente de los grupos extremistas, los talibanes o los fundamentalistas religiosos.

 

En esta región de Afganistán, Sar E Sang, la manera de vivir es dura. Este lugar está rodeado de condiciones precarias, los servicios (electricidad, baños, telefonía, internet) y la comodidad son un lujo. El mundo moderno y confortable, es solo un sueño. Es impresionante ver en imágenes las dimensiones de las entradas a las minas, agujeros donde solo pasa una persona a la vez, como soportan el encierro por largas horas, la falta de oxígeno, las nubes de polvo producto de las explosiones. Quizás sea por la gran carga a sus espaldas: la familia y la tradición.

 

Cuando logran encontrar la piedra del Lapislázuli luego de duras faenas, deben tomar estos pesados trozos de roca azul para bajarlos en sus espaldas desde el lugar de extracción hasta las mulas o caballos. Un recorrido que deben hacer una y otra vez. Bajo estas condiciones su cultura escapa de los canones de la moda. Luego de una extenuante jornada que toma por lo normal, todo un día. Los mineros van a reponer energías a su lugar de descanso. En la zona próxima a las minas se han construido, una especie de fortaleza que no son más que provincias en miniatura, se les conoce como Sarai. No cuentan con los lujos de un hotel de por lo menos tres estrellas pero han sido parte de la historia del comercio del Lapislázuli desde épocas milenarias, aquí consiguen descanso, alimento y algo de seguridad, tanto para ellos como para sus animales (caballos, mulaso camellos).

 

En este remoto lugar,  la moda y sus tendencias pasan desapercibidas, no les dicta pauta alguna. Sus costumbres y vestidos siguen siendo autóctonos y sobretodo prácticos. El Lapislázuli Afgano continuará impregnando los showrooms de prestigiosas marcas y afanados diseñadores complaciendo los gustos de todos nosotros con creaciones llamativas que nos obligan a tener por lo menos una pieza de Lapislázuli.

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Fuente: Afganistan Today