Guerra

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Estoy escribiendo esto un lunes. Y sí, ya sé que "en una guerra todos los días son lunes" (Miguel Ángel Villarroya, 21 de marzo de 2020), pero hoy es lunes lunes y esto no es una guerra. Acudiré al JEMAD cuando necesite manos dispuestas a ayudar. Permítanme que no lo haga en busca de citas, sabiduría o alivio espiritual.

Esto no es una guerra por más que la metáfora le esté brindando al presidente Sánchez sus minutos de (supuesta) gloria, la excusa perfecta (no) para que su discurso fluya o la manera más precisa de elevar el espíritu (a mí no me hace efecto, estúdienme por si estoy inmunizado).

Mentes muchísimo más brillantes que la mía han proclamado muchas veces a lo largo de la historia los beneficios de un liderazgo fuerte: en momentos de crisis el pueblo no necesita dudas, congresos ni consensos, necesita mensajes cortos, positivos y claros. También te digo que muchas de esas mentes preclaras han perecido bajo las consecuencias de esas soflamas de victoria. Yo aspiro a otra muerte.

Pero es que, repito, esto no es una guerra. Una guerra es una pelea estúpida entre hombres elevada a categoría de importancia capital. Este virus es un evento de importancia capital que afecta por igual a todos los hombres. Peleados o no. Una guerra requiere de la voluntad humana para comenzar. Esta pandemia se ha reído (permítanme la licencia, los virus no ríen, créanme que lo he intentado) desde el principio de todas nuestras intenciones.

Recurrimos a la guerra porque no se nos ocurre una catástrofe mayor. Olvidando siempre esa parte de que de la guerra nosotros somos también la causa, que es lo que habría que tener más en cuenta. Recurrimos a la guerra porque estamos saturados de épica peliculera y se nos derrama sin siquiera pretenderlo. Recurrimos a la guerra porque la guerra misma necesita de la propaganda para subsistir y llevamos demasiado tiempo comprando el argumento. Pero no, esto no es una guerra. No tiene nada que ver con una guerra. Ni se nos ocurra creer que estamos en una puta guerra.

Además las guerras, digan lo que digan los libros de historia, nunca han tenido vencedores. Y no deberíamos contemplar la derrota.