Un magnífico artículo de mi amigo Oriol Amat, insigne economista, escritor de éxito y catedrático de la UPF en Barcelona, publicado hoy en La Vanguardia con el título “Economía sumergida” me ha despertado varias e importantes reflexiones gracias a sus documentadas y contundentes afirmaciones.
Aporta el dato de que la economía sumergida en España se estima en el 24% del PIB y que se estima que los impuestos que se dejan de recaudar cada año ascienden a 74.000 millones de euros. Curiosamente, el paro se estima en un 24%, y el déficit anual del sector público suma unos 74.000 millones. Da que pensar, ¿no?
Hay más de 4 millones de personas trabajando en la economía sumergida, es decir, el 80% de los 5 millones de parados que tenemos registrados. Otro dato interesante y escandaloso.
El artículo me ha hecho pensar que la crisis española es en realidad y sobre todo una crisis de modelo social, una crisis de valores que nos lleva a un círculo vicioso de degradación moral y en consecuencia económica, que conduce a que se impongan el pasotismo, la falta de compromiso, la mediocridad, la miseria económica y moral, y por último, la corrupción en todos sus ámbitos.
Y todo esto no parará si no nos conjuramos a detenerlo aquellos que estemos dispuestos a salvar a nuestro país, con generosidad, con sacrificio, trabajando bien, pagando nuestros impuestos, rompiendo las cadenas que nos ahogan. Por nosotros, por nuestros hijos y sobre todo por nuestros nietos. Aunque seamos minoría, aunque estemos rodeados de incomprensión y maldad.
No es un problema de los gobiernos, es un problema de los ciudadanos.
Los ciudadanos comprometidos y desinteresados hemos de relanzar este país, y hemos de hacerlo reafirmando nuestra pertenencia a Europa.
Y no nos engañemos, no hya un enemigo externo, el enemigo somos nosotros mismos. Si nos abandonamos el modelo social y económico europeo.