Esmeralda García Ramírez
El imperio norteamericano ha fracasado en menos de un mes con dos intentos de Golpes de Estado contra Venezuela desde la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente interino” del país. Después de tanta experiencia en tantos países del mundo donde han sido exitoso los golpes de Estado, al parecer en Venezuela, desde la llegada de la Revolución Bolivariana con el Cmte. Chávez, las estrategias usadas por el imperio van de fracaso en fracaso, lo cual debe tener bastante furioso al presidente también ilegítimo Donald Trump. Los métodos del imperio para irrumpir el hilo democrático han sido distintos: de un tipo de guerra silenciosa, difícil de detectar, con recursos económicos relativamente moderados, usando agentes de las propias corrientes del proceso, empleando una campaña mediática para desprestigiar al gobierno, ha trascendido a otros niveles cada vez de mayor peligro como ataque a puestos de control de la FANB, guarimbas como método para asesinar personas, empleo de drones para asesinar al presidente, sabotaje eléctrico, guerra económica y psicológica capaz de tocar la psiquis de los que están con el proceso revolucionario para generar distorsión de la realidad, por ello las traiciones de algunos personajes que creen que el monstruo es el que le dio o da beneficios y los genocidas los que nos salvarán, ataques al país a través de la comunidad internacional, para llegar a una falsa “ayuda humanitaria” con el fin de invadir a Venezuela. En cada fase el país la revolución Bolivariana ha salido victoriosa; pero como guerras al fin, con pérdidas humanas lamentables y económicas que aún cuesta y costará reponer. Ya no estamos en presencia de una Guerra de IV Generación, mediante el uso de fuerzas irregulares ocultas que atacan sorpresivamente al enemigo, con el uso de tácticas no convencionales de combate. Los expertos en la materia hablan de una Guerra de V Generación, ya que ésta se sigue refinando, transformándose, mediante diversos mecanismos dado los avances tecnológicos, científicos y la difusión de las redes sociales para penetrar en la psiquis del colectivo, para desestabilizar, dominar y controlar su estado emocional y jugar a la resistencia-rendición. No obstante, el fin último aún no está por concluir todavía, lo anterior es la punta del iceberg del objetivo final: paralelo a la Guerra por el Petróleo, tenemos la Guerra de VI Generación, la destrucción del Socialismo; es decir, la Guerra contra la Humanidad. Hitler se quedó corto al lado de Trump. Los EE.UU., sus aliados y sus títeres saben que una guerra contra Venezuela dará origen a la III Guerra Mundial por los recursos minerales y acuíferos que aquí se encuentran. El ilegítimo presidente Trump ha manifestado en reiteradas oportunidades que acabará con el socialismo, que en los EE.UU. nunca existirá este sistema, que impondrá toda su hegemonía para acabar con los países que tengan esta tendencia, es el nuevo orden mundial. En función de esta amenaza ya ha advertido a Cuba, a Bolivia y a Nicaragua que impondrá más sanciones económicas si persisten en alimentar este sistema; así lo hará luego con México. Con Venezuela la guerra está abiertamente declarada, el escenario se hace cada vez más complejo, lleno de incertidumbres y de riesgos para los venezolanos. El Estado venezolano ha tomado muy en serio las nuevas amenazas para poder diseñar nuevas estrategias de defensa nacional para desarticular cada ataque, ya que es imposible calcular cuántos “locos sueltos” están jugando a esta guerra en el ámbito nacional e internacional. No me refiero solo a los líderes que están al frente de ésta, sino a los desquiciados e ignorantes que éstos colocan como carne de cañón para que sean asesinados frente a un eventual conflicto. Por eso crearon un mega concierto —en realidad una amenaza— con artistas reconocidos prepagados, como Juanes, Maná, Paulina, que le cantan a la libertad de Venezuela, a la “ayuda humanitaria” de sus ciudadanos y a invocar una invasión, cuando en sus países hay índices de pobrezas superiores al nuestro. Ante esta situación el gobierno venezolano, como estrategia innovadora para enfrentar la amenaza que se cernía también convocó a un concierto popular, con artistas que han defendido la causa de la revolución bolivariana, que están a favor de la paz y porque se respete la soberanía del país; así mismo llevó combos de alimentos a los colombianos más desprotegidos de la frontera con Cúcuta y asistencia médica gratuita. Esta maniobra ha sido criticada por sectores de lado y lado, pero aplicando la máxima de Maquiavelo “el fin justifica los medios”. Era necesario tal acción para neutralizar el ataque que se avecinaba, cuyo resultado fue todo un éxito, al mismo tiempo una causal más para que el imperio prosiga con la guerra contra Venezuela. Justificable también es la salida del aire de los canales golpistas que transmitían el concierto para justificar la “ayuda terrorista”. ¿Por qué estos canales nunca han transmitido la quema de personas en el país, o de los líderes sociales asesinados en Colombia? ¿Por qué no transmitían las guarimbas en la frontera si tenían tantos periodistas palangristas como invitados? Ningún gobierno puede permitir que en su propio territorio se incentive la guerra y el odio. Tanto la falsa ayuda humanitaria como el concierto Live Aid fueron montajes mediáticos para promover el golpe de Estado. La periodista de Telesur reveló parte del verdadero plan de esta farsa ayuda; los dirigentes venezolanos que estaban detrás de la misma, coordinando desde la zona de ataque; la quema de los camiones donde venía la fulana ayuda por parte de los guarimberos; luego, por otra vía se ven a éstos cobrándoles a los apátridas el trabajo de la quema de los buses donde supuestamente vendrían la ayuda. Mientras tanto, en Caracas y demás ciudades principales del país, el pueblo salió a la calle para apoyar al presidente constitucional Nicolás Maduro, expresándole su apoyo a favor de la paz. Como nota discordante de este encuentro ante la multitud fue el baile que realizó la pareja presidencial al son de la salsa, lo cual fue un irrespeto a todos los que se jugaban la vida en la frontera. Todo tiene su momento y éste no lo era para demostrar las habilidades de buenos bailarines. Ya es el momento de hacer las críticas constructivas necesarias al presidente en pro incluso de la misma Paz. Paradójicamente, ese mismo día, miles de hermanos venezolanos (civiles y militares), héroes anónimos, estaban dando su corazón, sus vidas, su todo, como grandes guerreros en el puente Simón Bolívar, resistiendo la agresión colombiana y los insultos de la apátrida derecha venezolana que allí se encontraba, todo por su amor por el País, por su Presidente y por su Pueblo (las tres P); otros, en otro lugar de la frontera con fúsil en mano cantaban la canción de Alí Primera “yo no me quedo en la casa, al combate me voy”, no salsa; algunos salieron a las calles a protestar contra la guerra elevando cantos de protesta, no de salsa. Los pequeños detalles hay que cuidarlos, decía Chávez. La guerra contra el socialismo es el sello del imperio contra Venezuela, es la marca de este nuevo tiempo, blanco de una guerra infinita. La lógica de estas guerras ya no consiste en hacerlas para que un bando salga victorioso, sino para mantener los territorios en situación de guerra porque éstas ya no son el medio, sino el fin. Hasta los momentos hemos resistido todas las guerras y asedios, no hemos caído en brazos del imperio, no vamos a renunciar ni a traicionar el legado de Bolívar, hemos mantenido nuestra consciencia en alto, puesto que está en juego no solo el destino de la patria, sino el de la especie humana, el de la Pacha Mama, la vida misma. La paz es nuestro Norte, pero si para conquistarla es necesario hacer la guerra, la haremos; ya que un pacifismo conformista con la injusticia no es de revolucionarios. El grito de la batalla ha sonado ¡No queremos la guerra! La construcción de la humanidad en mí y en el otro solo podrá darse en un medio no violento.Licenciada en Administración Anuncios