Guerra por mar y aire en la Segunda Guerra Mundial

Por Liber

En este artículo expondremos una breve introducción a la guerra aérea y marítima durante la Segunda Guerra Mundial. Consideramos que es un tema interesante porque todos los conceptos y teorías del arte militar se refundaron tras el estallido de la IIGM, especialmente los referidos a la guerra por mar y aire.

Tras la Batalla de Francia, máximo exponente de la "guerra relámpago" o Blitzkrieg, Adolf Hitler trata de invadir Inglaterra (Operación León Marino - Unternehmen Seelöwe), pero todos los cálculos se vienen abajo tras comprobar que sería casi imposible trasladar las divi­siones Panzer (la tecnología anfibia aún distaba mucho de estar perfeccionada).

Por lo tanto, Hitler opta por confiar siempre en la infante­ría ( la reina de todas las batallas, como rezaban los carteles de propaganda) y en la aviación (la mítica Luftwaffe), quizá porque era el arma "creada" por los nazis.

En cambio, el Führer muestra ciertos recelos hacia la marina o Kriegsmarine, tanto por desconocimiento de sus métodos como por la repulsa que sentía hacia los oficiales de alta graduación, "casta de señores" para el Führer.

La gran ironía del destino fue que, a la muerte de Hitler, le sucedió un almirante, Karl Dönitz. En los momentos previos a la caída del Tercer Reich, Adolf Hitler se siente traicionado por la Luftwaffe (Göring) y por las SS (Himmler y Steiner), así que termina decantándose por el máximo representante de la Kriegsmarine para sucederle tras su planeado suicidio.

La guerra aérea quedó plenamente simbolizada en la Batalla de Ingla­terra, que arrancó en julio de 1940 y que duraría con más o menos intensidad hasta finales de ese mismo año. Se enfrentaron los pilotos de la RAF (Fuerza Aérea Real Británica) contra los de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana), contando la primera con un total de 1.475 aviones y la segunda con 2.670.

Varios factores técnicos inclinaron finalmente la victoria del lado británico: la RAF superaba en veloci­dad con su Spitfire (que alcanzaba los 643 km por hora) al Messerschmidt Bf 109 de los alemanes, con 611 km, así como con el radio de acción del británico Beaufighter (de 1.500 millas frente a las 900 del Me-110 alemán). El golpe de gracia para la aviación alemana llegó de la mano del radar británico, que lograba abarcar a todas las bases nazis desplegadas desde la península de Normandía hasta Rotter­dam, aproximadamente.

La característica principal de la Batalla de Inglaterra fue la superioridad del caza sobre el bombardero. La táctica obedecía a un planteamiento muy simple: los bombarderos elegían sus blancos y los cazas se dedicaban a derribarlos antes o después de las operaciones.

Pese a ello, se registraron épicas "batallas en el aire" entre cazas. La primera de ellas, el 15 de agosto, le costó por ejemplo a los alemanes la desaparición de la Luftflotte 5, comandada por el general Stumpff.

La Batalla de Inglaterra trajo consigo también el temible Blitz: el ataque a las ciuda­des inglesas centrándose en la población civil. Los nombres de Londres, Coventry, Plymouth, Bristol, Manchester, etc., pasaron a la historia de los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando ambos contendientes estaban al borde del colapso ocurrieron dos hechos decisivos: Hermann Göring ordena el bombardeo nocturno de Londres el 7 de septiembre y Adolf Hitler concentra todos sus esfuerzos en la invasión de Rusia. Tras la Batalla de Inglaterra, la RAF terminaría perdiendo 915 aviones y la Luftwaffe 1.733. Quedaba claro quién había ganado esta partida.

Por su parte, la guerra marítima experimenta también durante la Segunda Guerra Mundial una profunda revisión de tácticas y conceptos militares. Los acorazados demostraron ser poco eficaces ante la presencia de los portaaviones y los submarinos adquirieron una gran importancia gracias a su formación en "manada", frente a la antigua táctica de lobo solitario. Finalmente, la aplicación de nuevos sistemas de detección tuvo grandes repercusiones en las fuerzas de las flotas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.

La guerra marítima durante la IIGM la podemos dividir en tres grandes escena­rios: la Batalla del Mediterráneo, la Batalla del Atlántico y la Batalla del Pacífico.

La Batalla del Mediterráneo destacó principalmente por dos hechos fundamentales: la ineficacia de la marina italiana y la derrota política de Mussolini frente a Hitler, pues el Duce consideraba imprescindible la conquista de Malta antes de lanzarse a la aventura de África.

Pese al continuado desgaste y a las cuantiosas pérdidas de hombres, buques y materiales, técnicamente podría afirmarse que en este escenario sólo se registraría la Batalla de Matapán (25-26 de marzo de 1941) entre la escuadra italiana, mandada por el almirante Riccardi, y la británica del almirante Cunningham, que se tradujo en la pérdida por parte de los italianos de tres gran­des cruceros, dos destructores y en la inutilización del acorazado Littorio.

La Batalla del Atlántico, que debió su denominación a Winston Churchill, abarcó desde septiembre de 1939 a mayo de 1943. La actividad en los mares daría comienzo el primer día de la declaración de guerra y el 4 de septiembre los periódicos publicarían los siguientes hechos: el submarino alemán U-30 torpedea sin previo aviso al paquebote británico Athenia, con 1.400 pasajeros a bordo; el contratorpedero polaco Wicher y el minador Gryr son hundidos por los alemanes; el crucero británico Ajax hunde al mercante alemán Olinda; el buque griego Kosti impacta contra una mina al sur de Øresund.

Los alemanes situaron a los acorazados de bolsillo gemelos Deutschland en el Atlántico norte y al Graf Spee en el Atlántico sur, pero fueron retirados a sus bases hasta el 27 de septiembre. El portaaviones británico Courageous resultó hundido por el U-29 y el 4 de octubre el teniente Günther Prien logra penetrar en la base naval de Scapa Flow en las Islas Orcadas con su submarino U- 47 y consigue hundir al acorazado Royal Oak.

La Alemania nazi, por su parte, termina finalmente perdiendo sus tres acorazados más famosos: el Graf Spee (1939), el Bismarck (1941) y el Tirpitz (1944).

El enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón representó un nuevo concepto de gue­rra: la coordinación y simul­taneidad de los ejército de tierra, mar y aire; con especial hincapié en el uso del portaaviones en la inmensidad del Pacífico.

La Batalla del Pacífico comienza el 7 de diciembre de 1941 con el ataque japonés a Pearl Harbor, acción debida al almirante Yamamoto. El resultado fue el hundimiento de dos acorazados, tres con grandes averías y otros tres con daños más o menos graves, así como un buque cisterna, dos cruceros y varios destructores.

Dentro de la Batalla del Pacífico, los principales puntos de inflexión fueron la Batalla del Mar del Coral (4-8 mayo de 1941), la de Midway (3-6 junio de 1942), la de Java (27 febrero de 1942) y las seis batallas de Guadalcanal o Salomón.

Durante la Batalla de Leyte, el Japón emplea por primera vez de manera sistematizada una nueva arma, por así decirlo: los kamikaze, pilotos suicidas que estrellarían sus aparatos de caza Zero, cargados de bombas, contra la cubierta de los buques enemigos. Consiguieron hun­dir así treinta y cuatro buques y averiar 288.