Guest post 5: Cuando a mamá le toca sola

Por Gabriel Benítez @BrazosMi

¡Hola a todos, soy Mónica! Hoy quiero empezar dando infinitas gracias a Tus brazos, mi columpio por permitirme un rinconcito de su hermoso blog para compartirles un pedacito de mi vida y experiencia como madre. Si quieres conocerme un poquito más, puedes visitarme en mi blog, Mi Profesión es Mamá.

La leyenda


Cuenta una leyenda por ahí que las mamás son superpoderosas. Que todo lo pueden, todo lo aguantan, todo lo saben y lo que no, se lo inventan.
Dice la leyenda que las mamás son una especie de X-Women. Pues hay quienes han “visto” a unas en forma de pulpo, que tienen hasta 8 tentáculos, ¡o más!

Hay otras que supuestamente “tienen” una especie de turbo en sus pies, pues recorren increíblemente distancias maratónicas en un abrir y cerrar de ojos.
También se ha dicho que “tienen” visión de rayos X y son capaces de rastrear objetos perdidos donde muchos los han “buscado incansablemente” y no los habían encontrado.
Esta leyenda es capaz de asegurar que tienen poderes psíquicos, con los que leen mentes, detectan mentiras, saben si alguien en la familia está enfermo, hacen la cena, corren muebles, barren, limpian, lavan ropa, llevan y traen a los chicos del colegio, hacen pagos en el banco, trabajan, estudian y demás (espérame, respiro un poco) y todo esto con tan sólo pensarlo y mover un dedito.
Y no te he contado lo mejor, la leyenda remata diciendo que estos seres sobrenaturales (las mamás), tienen un don aún más increíble: ¡NO DUERMEN! Sí, sí, leíste bien, ¡NO DUERMEN! Es decir, hacen todo eso que te cuento y hasta más, pero no se cansan, NO DUERMEN. ¿Puedes creerlo?

La realidad


Por favor, no me odies por lo que voy a decir, pero yo hoy vengo a desmentir esa leyenda, pues no es del todo cierta, quiero contarte que esos seres míticos, sobrenaturales y superpoderosos… ¡no existen! Así, como lo oyes, (o mejor, así como lo lees).
Resulta que esto no es ninguna leyenda, esto es la vida real y no, las mamás no somos seres míticos con superpoderes, sino seres humanos de carne y hueso. Dotadas gracias a Dios, con dones especiales que nos ayudan a sortear dificultades.
La situación se hace un poquitín más llevadera cuando contamos con un esposo también dotado con dones que complementan a la perfección el trabajo en el hogar y en la crianza de nuestros hijos. Y no digo poquitín menospreciando su arduo trabajo, sino porque igualmente el trabajo de la crianza no es para nada fácil, aún trabajando en equipo.

Pero, ¿qué pasa cuando a mamá le toca sola?


Soy mamá de tres señoritas y, por ciertas circunstancias, también soy madre soltera. Así que todo este papel me ha correspondido solita y haciendo cuentas reales en el mundo hay muchas como yo, a las que nos tocó hacer el papel de dos.
Resulta que la supuesta leyenda que acabaste de leer nos describe como una especie de dioses, o seres extraordinarios que nunca se cansan, no duermen, y yo le aumentaría una más, no se quejan. Pero la realidad es que, aunque si podemos hacer muchas de las cosas que allí se describen y tratamos de que todo esto salga perfecto, también es cierto que sí nos cansamos.
Papá y mamá hacen un trabajo en conjunto fenomenal y, aún así, no les toca nada fácil. Pero cuando a mamá le toca sola; le toca sola en el trabajo, la casa y la crianza.

Y es obvio que nos cansamos, es lógico que lloramos a veces de desesperación. Nos sentimos cansadas, frustradas y abandonadas, no sólo por nuestras parejas, sino tristemente por la sociedad.
Críticas de personas que tal vez piensan que nos hacen un favor al opinar o aconsejar sobre lo que no hemos pedido consejo.
Hay quienes piensan que definitivamente no podremos solas, que renunciaremos en menos de nada y terminaremos siendo malas madres.
El amigo que te escucha una queja y te sale con un “quién te manda”. Y así me puedo quedar describiendo un sinfín de “chascos” que nos suelen pasar.

¿Qué necesitamos?


Nada, absolutamente nada. Una madre soltera no necesita críticas, ni consejos malintencionados, ni comentarios fuera de lugar. No pedimos ayuda humanitaria. No queremos vivir del favor y buen corazón de los demás. No buscamos beneficencia, ni mucho menos hogares de paso.
Una madre soltera es una mujer real, tal como una madre casada. Nos cansamos igual, pero también disfrutamos igual de nuestros hijos y familia. De estar en nuestro hogar por fin después de un intenso día de trabajo. No siempre dispuestas a jugar, pero haciendo todo lo posible por continuar.
Somos mujeres sin importar cual sea nuestro estado civil, que no nos hace ni más, ni menos. Somos mujeres que no buscamos aplausos o palmaditas en la espalda, pues nuestra recompensa más grande viene de ese abracito que tenemos al final del día esperando por nosotras y que mágicamente hace que recuperemos las fuerzas para continuar y tener valor de enfrentar un día más.

Nos quedamos dormidas en medio de la película que pidieron nuestros peques, nos enfermamos preciso en alguna actividad especial. No siempre estaremos para ellos a tiempo completo en las vacaciones. Se nos quemará el arroz mientras revisamos sus quehaceres escolares. Pero seguimos intentando ser cada día mejores para ellos, sin poderes sobrenaturales y sin un aplauso del público.

Si en casa, en el trabajo o a tu alrededor ves uno de esos seres con tentáculos, no los mires con lástima, ni con desprecio. No intentes mostrarte benevolente diciéndole pobre de ti. Y por favor, no intentes buscarle pareja tratando de ayudar a “alivianar su carga”.
No lo tomes a mal, pues claro que nos gustan los elogios, y una palabra de admiración nos ayudará mucho en un día duro. Pero no más, no necesitamos nada más. 

Una dedicatoria especial


Hoy quiero dedicar este post, a esas mujeres que hacen el papel de papá y mamá. Y con errores y todo, lo hacen maravilloso.
A quienes aún a pesar de las adversidades y peor aún, de las críticas, siguen dándolo todo por sus retoñitos sin importar la edad que tengan.
También a esas madres casadas, pero también cansadas que hacen un papel excelente como madre y esposa. No se imaginan cuanta admiración siento por ustedes.
A los hijos, pues son quienes realmente nos hacen madres. A ustedes, chiquitines, quienes nos dan la fuerza para luchar mil batallas por verlos felices.
Pero sobre todo quiero dedicar este post, a esos hombres presentes en la vida de sus hijos, pero especialmente en la vida de sus mujeres, porque a pesar de los tentáculos las siguen viendo hermosas. Y, sumando sus otros ocho tentáculos, hacen un equipo perfecto, a pesar de todo.
Por favor, no te vayas sin dejar un comentario contando tu experiencia.
Si quieres seguir leyéndome, eres más que bienvenido en mi blog Mi Profesión es Mamá.
Muchas gracias nuevamente. Tus brazos, mi columpio, por permitirme pasarme por acá, un gran abrazo para ti.
Hasta la próxima…