Guía de cómo se traducen los votos a escaños en España

Publicado el 30 julio 2018 por Carlosgu82

A menudo, cuando presenciamos unas elecciones generales a través de los medios de comunicación, nos cuesta comprender el modo en el que los votos se convierten en asientos en el Parlamento, esto es, en escaños. Para ello, todos los países se dotan de un sistema electoral que enmarcado jurídicamente, legítima la representación. En España, la Ley Orgánica 5/1985 conocida como LOREG es la que regula el sistema electoral.  Los sistemas electorales son complejos y variopintos ya que están diseñados para dimensiones nacionales y dependen en gran medida de la cultura política de cada país. Hay sistemas que priman la proporcionalidad, es decir, que haya una correlación lo más perfecta posible entre votos y escaños y otros la gobernabilidad, que son aquellos sistemas electorales que tienen como objetivo mayorías parlamentarias fuertes y tienden a la desproporcionalidad.

En España podríamos decir que tenemos un sistema electoral mixto y es que el nuestro tiene rasgos de tanto los sistemas proporcionales como de los mayoritarios. El primer concepto clave para entender la forma en la que los votos pasan a ser escaños es la circunscripción electoral. La circunscripción es una unidad geográfica, en nuestro caso, las provincias. En estas provincias, de acuerdo a su número de habitantes, se reparten una cantidad determinada de escaños. Por ejemplo, en la provincia de Barcelona están en juego 31 escaños mientras que en la de Soria se juegan únicamente 2 escaños. Salvo en Ceuta y Melilla, en ningún caso puede haber menos de dos escaños en juego por provincia. Esto implica que existan provincias con un tamaño poblacional muy pequeño en las que muy pocas personas puedan decidir el color político de un escaño. Sin embargo, este mecanismo ayuda  a que ninguna provincia, por pequeña quesea, se quede sin representación.

Entonces, una vez definida la circunscripción, el otro concepto clave es el de fórmula electoral. La fórmula electoral que se emplea en España para pasar de votos a escaños es la fórmula d’Hont. Se trata de un sistema matemático que funciona a través de divisores y que repite el mismo patrón constantemente. Se colocan en una fila el número de votos de cada partido y se forman tantas columnas como escaños reparta una circunscripción. Las columnas son los divisores, esto es, si se juegan cinco escaños hay cinco divisores.

El primer escaño lo gana el partido que más votos haya obtenido, entonces, el voto total de ese partido es dividido por el divisor dos. Si tras la división el partido A tiene menos votos que el partido B, (que todavía se encuentra en el divisor uno), el segundo escaño iría a parar al partido B. Ahora, repitiendo el mismo proceso, los votos totales de la formación B se dividirían entre 2. Nos fijamos en que, de nuevo, en el divisor dos ni el partido A ni el partido B superan a la formación C que se encuentra en el divisor uno, entonces, el tercer escaño lo gana el partido C. A la hora de otorgar el cuarto escaño nos damos cuenta de que el partido A, en el divisor dos, tiene más votos que el partido D en el primero y que, evidentemente, el partido B y C en el segundo, por lo que obtendría el cuarto escaño.

Este procedimiento se repite continuamente y es el que se utiliza en España para la asignación de escaños. De este modo, el número de escaños que cada circunscripción envía al Parlamento es de vital importancia pues a circunscripciones mayores como es el caso de Madrid o Barcelona, más posibilidad hay de qué partidos pequeños obtengan representación. Sin embargo, en aquellas pequeñas como Teruel o Zamora, la representación queda limitada únicamente a los partidos que más voto concentran excluyendo a las minorías. Está realidad afianza la idea de que España es proporcional y mayoritaria a la vez pues hay circunscripciones pequeñas en las que existe un modelo de bipartidismo o de partido dominante y hay circunscripciones grandes que presentan modelos de multipartidismo.