El Matón del billar.Fue el primero en probar la nueva máquina de marcianitos. Se dejó la paga de la semana durante meses, pero al final, logró el récord. Hace tiempo que juega gratis porque aprendió a desafiar a los nuevos que entran en la sala de billares y hacerles apostar su dinero. Eso lo aprendió de cuando jugaba al futbolín. Si aparece alguien que juegue igual o mejor, le convence para que juegue en su lado y sacarla la paga a los novatos. Lo importante es llegar muy pintón a los recreativos, marcando estilo, asegurarse de labrarse la fama adecuada. Nadie osaría probar antes que él una nueva máquina, y él siempre se guardará los mejores trucos para sí mismo.
Los medusa.No saben muy bien hacia dónde van, pero se mueven como pez en el agua. Son babosos y escurridizos. Si no los tienes muy cerca, son difíciles de distinguir, pero cuando menos te lo esperas... zaska! te lían y te pican. Ahora la marea les lleva a mares llenos de peces, que caen en las redes, sociales, sin saber que a río revuelto, ganancia de pescadores. Les aseguraron que se trataba de un océano azul, pero está lleno de tiburones que llegaron antes y se conocen el terreno. Cuando se invente otra cosa, allí estarán.
Los Molotov.Su principal problema es que son demasiado jóvenes para tener experiencia, y les sobra entusiasmo. Están deseando formar parte de algo y sentirse importantes, así que se dejan convencer por los cantos de sirena de quienes saben recolectarlos. Les das una botellla de pacharán y ellos ven un cóctel molotov. Dales un hastag y creeran que podrán incendiar la red, y levantar en teclas a la revolución a toda su comunidad. Les encanta tratar de viralizar la crítica por el café mal servido en el bar donde desayunan y no pierden ocasión de recordarle a cualquiera que tiene un blog y miles de amigos en twitter, por si acaso. Afortunadamente, aún no se conoce ningún fuego provocado por ellos encendiendo un twitter que haya cerrado una empresa, derrocado un gobierno, pero por desgracia tampoco han salvado una vida.