"Guía del autoestopista galáctico", Douglas Adams (1979)

Publicado el 22 agosto 2011 por Joaquinvarela
Ni Tom Sharpe borracho perdido tras una fiesta de una semana con los Monty Python hubiera sido capaz de alcanzar estos niveles. Cierto es que gusto del absurdo, pero últimamente para saciarse sólo hay que leer los periódicos o el timeline del twitter, así que nuestro amigo Douglas aquí me supera. Tiene mucho mérito, no obstante, porque si bien él mismo reconoció que la idea había nacido mientras dormía la mona en un prado de Innsbruck, es de suponer que a lo largo del resto del proceso de escritura estuvo sobrio alguna vez.
La Tierra se destruye porque van a construir una autopista intergaláctica, y nuestro prota es salvado por un amigo que resulta ser un extraterrestre del planeta Betelgeuse. Así que, armado con una toalla (elemento imprescindible en todo autoestopista galáctico) se va a recorrer esos mundos de Dios. Y ésto es sólo el principio.
No digan que no les avisé. Su lectura comprensiva puede producir serias alteraciones cerebrales, a menos que se lea en el mismo estado en que presumiblemente fue escrito: con un pedal del catorce.