Guía del Autoestopista Galáctico, la película

Por Ixowa @ixowa

Aprovechando que hoy es el Día del Orgullo Friki, además del “Towel Day” (el día de la toalla), se me ocurrió celebrarlo viendo Guía del Autoestopista Galáctico, aprovechando también para quitarla de mi gran lista de películas por ver que me quedan y, la verdad es que me lo pasé pipa, además unas horas antes había estado viendo el reinicio de la saga del hombre araña, Amazing Spiderman, y me pareció un poco bodriete, así que fue como una limpieza de cerebro para olvidar.

La casa de Arthur Dent, un tipo normal, está a punto de ser derribada y ese mismo día descubre que su amigo y vecino Ford en realidad es un extraterrestre y que la Tierra está a punto de ser destruida también, de alguna manera los dos consiguen escapar del fin del mundo y acaban en la nave del Presidente del Universo y también primo de Ford, Zaphod Beeblebrox que está acompañado por Tricia McMillan, ahora llamada Trillian y Marvin, un robot maniaco-depresivo. Casualmente Tricia es la chica de la que Arthur estaba enamorado en la Tierra, aunque ella no parece tener interés en él. Ford le da a Arthur una guía escrita por él mismo sobre cómo sobrevivir siendo un autoestopista galáctico y le dice que siempre lleve consigo una toalla porque le puede salvar la vida.

Me resulta difícil poder contar más sobre el argumento porque es todo tan absurdamente genial que es mejor verlo, una descripción en palabras no puede hacer justicia a esta historia.

El elenco de actores es brutal, de lo mejorcito de Gran Bretaña y Estados Unidos, Martin Freeman, Sam Rockwell, John Malkovich, Zooey Deschanel, las portentosas voces de Alan Rickman como robot depresivo y Stephen Fry como narrador. El guión fue comenzado por el mismo autor de la saga de libros, Douglas Adams, pero no pudo acabarlo porque murió en 2001 y la película está dedicada a él.

Lo único que saqué en claro después de verla es que la respuesta al misterio de la existencia es 42, que siempre he de llevar una toalla conmigo y “Don´t Panic”. Y por supuesto, que tengo que leer los libros.