El rector de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Guillermo Cisneros Pérez, ha asegurado que la excelencia de la ingeniería española a nivel nacional e internacional goza de gran prestigio, motivo por el que "en el nivel de la formación no puede haber rebajas". Durante su intervención en los Desayunos con el Clúster, organizados por el Clúster Marítimo Español (CME), el rector de la UPM ha puesto en valor la preparación de los estudiantes de ingeniería y ha abogado por fortalecer los lazos entre la universidad y las empresas.
Cisneros ha arrancado su intervención exhortando a cuidar del prestigio de la ingeniería española, poniendo el foco en la preparación de los ingenieros para que las empresas no se vean defraudadas en sus expectativas. Con ello ha querido aclarar cómo ha impactado la entrada en vigor de la Declaración de Bolonia, y lo que significa en cada nivel formativo, dejando claro que no se ha devaluado la calidad de la formación universitaria. Además, ha asegurado que las empresas tienen en alta consideración a los ingenieros españoles por su preparación y es responsabilidad de todos permitir que esto siga siendo así. Incluso del sector privado, llegando a pedir que las empresas permitan que los estudiantes acaben sus estudios, pues en muchas ocasiones los incorporan al mercado laboral cuando aún no han terminado.
Relación universidad-empresa
Precisamente el rector ha aludido el importante papel que deben jugar las empresas en el tejido formativo, así como la necesaria colaboración con ellas desde el mundo universitario, porque "la Universidad es el lugar de confluencia entre lo público y lo privado", ha afirmado Cisneros. De esta manera, empresas y universidades forman un tándem de primer nivel. Una relación que ha definido como la mejor manera de proyectar la marca España en el exterior.
En esta línea ha coincidido con el director técnico del CME, Fernando Robledo, que durante su intervención de presentación ha explicado que se trata de "una relación simbiótica universidad-empresa que debemos cuidar y potenciar entre todos, por el necesario futuro sostenible y sostenido de la economía azul". Robledo ha puesto el foco en la necesidad de cualificación en todos los puestos de trabajo relacionados con la mar, para lo que indudablemente hace falta formación, "máxime si hablamos de ámbitos técnicos, llamados a dar respuesta a los retos futuros como puedan ser las energías renovables marinas, los combustibles alternativos para la navegación, la digitalización en cualquier actividad o el uso de nuevos materiales en la industria naval. No son pocos los restos, en un mercado cada vez más competitivo, que nos obliga a seguir rompiendo barreras entre el ámbito académico y la realidad empresarial", ha matizado.
Al igual que Robledo, el rector de la UPM también ha querido abordar el papel del ingeniero en el futuro, especialmente en lo que concierne a la sostenibilidad. Para ello ha explicado que el papel de los ingenieros es aportar soluciones a los problemas, si bien ahora han cambiado las cosas, porque el ingeniero debe pensar, además, en cómo será la solución que plantea y aportar vida más allá de la finalidad inicial. "Es un segundo o tercer ciclo de vida", ha explicado Cisneros, en referencia al sistema de economía circular que se impone progresivamente. Un proceso problemático cuando se trata de ingenierías de largo plazo, esto es, donde el desarrollo de una iniciativa no se acaba llevando a la práctica hasta un período largo de tiempo, como ocurre en la industria naval, por ejemplo. En estos casos, se tardan más años en disponer de un producto/servicio en ejecución, desde que se inicia su desarrollo.
Además, ahora los estudios se tienen que adaptar a esta nueva realidad, que obliga, entre otros aspectos, a trabajar con equipos multidisciplinares. Por ello las empresas demandarán nuevas capacidades a los ingenieros. Pero esta situación genera una disyuntiva, o añadir nuevas características, quitándoles otras, o prepararles para que puedan trabajar con otros perfiles formativos.
El rector de la UPM ha terminado su intervención reivindicando que el profesorado universitario de las escuelas de ingeniería debe tener un mayor contacto con la realidad profesional, para lo que se precisa que exista un alto porcentaje practicando la ingeniería. Es decir, que los profesores sean ingenieros en activo, no solo que provengan exclusivamente del mundo académico.