Llegué desde Galicia en coche por autopista. Desde Oporto también se puede llegar fácil y barato en tren.
Guimaraes tiene un centro histórico medieval muy cuidado, y a pocos minutos a pie de él se eleva el Monte Latito (también llamado Colina Sagrada), lugar cargado de historia sobre todo para el pueblo portugués. En ese lugar en el s. X la Condesa Munadona mandó construir un monasterio, y posteriormente para defenderlo ordenó levantar un castillo que hoy se puede visitar de manera gratuita. Tiene una Torre del Homenaje, de 28 metros de altura, que estaba cerrada temporalmente, así que no pude subir a ella, además cuenta con otras 7 torres de construcción más tardía.
Castillo de Guimaraes
El Castillo es Monumento Nacional desde 1910, y en 2007 fue elegido una de las 7 Maravillas de Portugal. Llama la atención que está construido sobre roca, como se puede apreciar al entrar en el patio. En la parte de atrás del castillo, hay una zona de parking gratuito.
Interior del Castillo de Guimaraes
Muy cerca del Castillo, en 1128 Afonso Henriques se enfrentaría a su madre Teresa de León en la batalla de San Mamede y lograría la victoria, consiguiendo así la independencia del Condado Portucalense. Más adelante conseguiría la independencia de Portugal y sería su primer rey.Estatua del Rey Afonso Henriques en el Monte Latito
Al lado del Castillo está la iglesia románica de San Miguel, del s. XII, que guarda la pila bautismal donde dicen que fue bautizado Afonso Henriques.Iglesia de San Miguel en Guimaraes
La colina tiene unos jardines muy bien cuidados que desprendían un olor a flores la mar de agradable. Y en ella está también otra de las joyas de la ciudad, el Palacio de los Duques de Bragança.Palacio de los Duques de Braganza, Guimaraes.
Construido en el s. XV por orden de D. Afonso, primer Duque de Bragança, el Palacio fue posteriormente modificado por Salazar en el s. XX para convertirlo en residencia oficial. Llaman la atención sus chimeneas cilíndricas (parece ser que son 39, yo no me paré a contarlas). También tiene 4 torres y un patio central al que ese fin de semana se accedía de manera gratuita, y donde se celebraba una fiesta medieval con puestos de comida, artesanía, juegos y aves de cetrería.Patio interior del Palacio de los Duques de Braganza, Guimaraes
Para ver el museo y la capilla que hay en el interior del Palacio hay que pagar una entrada de 5 € (los domingos es gratis, pero el Domingo de Pascua está cerrado, así que tuve que visitarlo el sábado y me tocó apoquinar), también se pueden alquilar audioguías, pero no me parece que merezcan mucho la pena, en cada sala ya hay breves explicaciones. En él se pueden ver una colección de armas, y las estancias decoradas con tapices, pinturas y porcelanas de la Compañía de Indias, y amuebladas con muebles de época.Se pueden hacer fotos sin flash, y en algunas estancias destaca la curiosa forma de sus techos en forma de quilla de barco invertida. Por lo visto es para darle más altura a la edificación y a la vez homenajear a los descubridores portugueses.En el Palacio se rodaron algunas imágenes de la película de Juana la Loca de Vicente Aranda.
Dejé la Colina Sagrada y en nada ya estaba en la estrecha calle de Santa María, la más antigua de la ciudad, y donde está el Convento de Santa Clara. Siguiendo por ella se llega a dos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, la Plaza de Santiago y el Largo de Oliveira. Son dos plazas medievales empedradas y con pequeñas casas con balcones de madera de colores en los que hay bares y restaurantes con terrazas muy concurridas.
Plaza de Santiago, Guimaraes
En la plaza de Santiago está la oficina de turismo. Pasando bajo unos arcos se llega al Largo de Oliveira, donde está el Museo Alberto Sampaio (con colecciones de escultura, pintura, armaduras, orfebrería y un interesante claustro), y la Iglesia de Nuestra Señora de Oliveira.Largo de Oliveira, Guimaraes
Frente a la Iglesia está el Padrao do Salado, que es una construcción gótica de cuatro arcos con un crucero en su interior, construida en el s. XIV, y que conmemora la victoria de portugueses y castellanos en la batalla a orillas del Río Salado en Tarifa contra los musulmanes.Padrao do Salado, Guimaraes
Merece mucho la pena perderse por las estrechas calles que forman el centro histórico, en las que entre otras cosas se pueden ver las Capillas de los Pasos de la Pasión de Cristo, donde se conservan cinco grupos escultóricos procesionales. Como veis en Guimaraes viven la religión fervorosamente.Otra plaza típica de la ciudad es el Largo do Toural, que es la continuación del Jardín de la Alameda. Tiene el suelo con los característicos adoquines de colores portugueses, y está rodeada de casas con bonitas ventanas enrejadas. Junto a ella queda algún fragmento de las murallas, y enfrente está la Iglesia de San Pedro.
Largo do Toural, Guimaraes
Siguiendo por la Alameda, se llega hasta una rotonda que da al Largo de la República del Brasil. Bonita calle ajardinada que lleva hasta la llamativa Iglesia de San Gualter, patrón de la ciudad, y que tiene unas singulares torres y una fachada abombada y con azulejos en su exterior.Iglesia de San Gualter, Guimaraes
En esta calle me encontré una curiosa tasca llena de antigüedades y que justo delante de su puerta tenía estoPARA COMER
En Guimaraes hay un montón de restaurantes con buena pinta, pero al viajar solo no se disfrutan igual, así que tampoco me comí mucho la cabeza a la hora de decidir y elegí algo rápido y barato para aprovechar el tiempo. El almuerzo lo hice en un restaurante italiano en la Plaza de Santiago, Cinecitta, pequeñito y decorado con cuadros de carátulas de películas. Tomé una ensalada, una Super Bock, una ración enorme de tiramisú y un café por 11 €.La cena fue en la Churrasquería do Toural, junto a la Iglesia de San Pedro en el Largo do Toural. Me llamó la atención porque en su terraza estaban proyectando un partido de fútbol ... en la pared del edificio de enfrente. El sitio era muy curioso, con pocas mesas que estaban ocupadas, gente comiendo en la barra, y detrás de ella estaban haciendo la comida. Pedí en el mostrador y comí allí mismo. Un montón de lomo estofado que me trajeron en dos veces, una jarra enorme de cerveza, una copa de helado de stracciatella bien generosa y un café, todo por 9 €. Me quedé alucinado, y encima los camareros eran majísimos.
Para dormir reservé con Booking en el Hotel Sao Mamede, a cinco minutos andando del centro y a 600 m. del Palacio de los Duques de Bragança. Justo enfrente había parking gratuito, y si no también lo hay en los alrededores del estadio de fútbol.La habitación era una doble para mi solito, grande y muy luminosa. El mobiliario era antiguo, pero a pesar de todo la cama era cómoda. Tenía unas bonitas vistas de la ciudad y el wifi iba como un tiro, además incluía desayuno (café con croissants y tostadas). Todo por 27 € en plana Semana Santa. No era precisamente de lujo pero repetiría tranquilamente. Encima la gente de recepción era encantadora, ayudándome en todo lo que necesitaba, y tuvieron el detalle de no querer cobrarme una llamada que hice desde la habitación a España.
Al día siguiente fui a la Montaña de Santa Catarina o Montaña de la Penha. Está a unos 7 Km de Guimaraes, y se puede subir en coche, andando por un sendero entre árboles, o bien cogiendo el teleférico que hay subiendo una calle que está detrás de la Iglesia de San Gualter. Yo me decidí por esto último. El teleférico cuesta 4 € ida y vuelta y recorre 1,7 Km salvando en pocos minutos un desnivel de 400 metros. Al llegar lo primero que se ve es el Santuario da Penha, y al bajar del teleférico vemos el porqué del nombre, multitud de enormes piedras redondeadas.
Santuario da Penha, Guimaraes
Es un bonito lugar para disfrutar de la Naturaleza, con un precioso merendero a la sombra que aproveché para comerme un bocata oyendo el canto de los pájaros (cuando no lo estropeaba algún cenutrio con su aparato de música o a gritos).
Merendero en el Monte da Penha, Guimaraes
Está lleno de caminos empedrados que nos van conduciendo entre rocas y descubriendo grutas, estatuas, o miradores desde donde tenemos unas vistas impresionantes.Vista desde el Santuario da Penha, Guimaraes
En el Monte también hay un camping, minigolf, un minitren turístico, un mercadillo, un hotel, restaurantes, chiringuitos, una zona de escalada y tres pequeñas ermitas, una de ellas excavada en la roca. En definitiva, es un bonito lugar para visitar y pasar unas horas tranquilas.
Para acabar el viaje fui a Citania de Briteiros, una antigua población celta en lo alto de un monte con impresionantes murallas (2 metros de ancho y 5 de alto). Me impresionó el tamaño del poblado, estructurado por barrios según el estatus de sus habitantes.
Citania de Briteiros
Está abierto todos los días de 9 a 18 horas, y desde Guimaraes se llega cogiendo la EN 101 hasta Caldas das Taipas, luego se gira a la derecha por la EN 310, y por último se gira a la izquierda para coger la EN 153, que es una estrecha carretera con muchas curvas que sube hasta el monte. Para visitarlo hay que ir con calzado cómodo o bien con un traumatólogo y un dentista, porque si alguien va con tacones y no se deja allí los dientes o un tobillo es para darle un premio.La visita cuesta 3 €, y te dan un plano con todos los puntos importantes que están señalizados. El que más atención llama a la gente es la zona donde estaba el balneario, donde se puede ver la "Pedra Formosa", piedra decorada que separaba la sauna de la cámara anterior, y que en su parte baja tenía un abertura por donde pasaba la gente, de forma que no se escapase el vapor.
Pedra Formosa, Citania de Briteiros
Y así acabé la visita a Guimaraes, que además de lo que cuento aquí, aún tiene alguna cosa más como el Palacio y Centro Cultural de Vila Flor, el Museo Arqueológico Martins Sarmento o la Zona de Cueros (no penséis mal, es un lugar donde se lavaban y trabajaban los cueros, no una zona nudista, je, je), y por supuesto sus numerosas pastelerías. Como veis da mucho de sí, así que animaos a visitarla.