En Killing Them Softly hay diferentes tipos o clase de diálogos. O mejor, digamos que hay diálogos con intenciones diferentes. Hay algunos spoilers, a continuación. Pero tranquilos, que tampoco destrozan la película.
Hay, en la presentación de los ladrones, una cercanía con eso que ya nos enseñó Tarantino: los criminales hablan de tonterías o temas sublimes con la misma facilidad que cualquiera. Sus diálogos, de paso, sirven para definir. Pero definir, más que los personajes, su lugar en el escalafón de este universo de criminales. Como afirma esta crítica de Peter Bradshaw para The Guardian, quizá haya también aquí una herencia que se remonta a Casino (Martin Scorsese, 1990) o a la serie de televisión Los Soprano. Nada de tipos duros, callados, mitificados, "profesionales". Malvados, puede. Pero también estúpidos; cercanos, y tan "normales" como nosotros.
Aún hay una función más para estos diálogos: establecen un lenguaje. Un modo de hablar. Un acento, si se ve en versión original. Un slang. Esto casi hace que pensemos automáticamente, también, en The Wire. Pero The Wire, que también busca ese realismo, ese naturalismo, trabaja sobre otros parámetros, a veces hasta contradictorios (por eso resulta mayor logro que funcione como dicha historia "realista"). Un personaje como Omar se codea con la mitificación, por muy "real" que sea su persona que lo inspirara. Los seres de Killing Them Softly lo ponen más difícil para la identificación, como también le pasaba a algunos de los criminales episódicos de las primeras y segunda temporada de Justified. No, los diálogos de los ladrones de la película de Andrew Dominik no crean "grandes personajes". Son demasiado
de andar por casa.Pero luego tenemos el diálogo en el coche, camino de ese "golpe" que le han encargado a los dos ladrones. Sí, aquí vuelve ese diálogo más naturalista, más hiperrealista, más de hablar de nada, en realidad.
Y entonces, una anécdota se convierte en una manera de que entremos en ellos, y los conozcamos mejor.El desenlace de la anécdota con esa chica se vuelve dramático. Frankie (el que conduce) añade una frase para restarle importancia. Pero no importa. El guión y este diálogo nos permite una ventana a entender que sí, son criminales. Y sí, son algo idiotas, algo chulescos, algo locos. Pero el compañero no se cree esa frase de consuelo. Tiene un momento de claridad y lo ve. Ve cuán jodidos están todos ellos, y los que le rodean, en ese escalón último de la cadena alimenticia. Por desgracia, el guión no desarrollará del todo esto, y, como pista, a lo mejor es insuficiente para que sepamos que estos "tirados" son (y serán) las víctimas. O bien, como digo, al guionista (además de al autor del libro en que se basa) no le interesa tanto que nos pongamos del todo de su parte. En otras ocasiones, en las escenas de diálogo de esta película hay la necesidad de que se traiga a colación alguno de los temas de fondo. Como esas escenas que yo mencionaba en mi análisis aquí, y que se centran, sobre todo, en establecer cómo esta organización criminal funciona como una empresa más (igual de mal, por cierto). El tercer tipo de escenas de diálogo son las que yo hallo más interesantes. Las que suman ese posible tema a la exposición de los personajes. Peculiar es que aquí Dominik nos enseña que sabe dirigir actores, y que controla bien los pequeños detalles de interpretación. No hacía falta que hiciera malabares en esas otras escenas de acción, como decía yo en mi análisis de la película. Pero esas escenas más focalizadas en los personajes lo dejo para el próximo post.