En casa, preparo un abundante y gustoso guiso de lentejas con muuuchas verduras que no tiene nada que envidiarle a su primo cárnico. Claro, es cuestión de gustos y de hábitos... Por ello, te presento mi versión otoñal y vegetariana de guiso de lentejas para que la pruebes. Quién te dice que tenga tanto éxito como la versión tradicional, pero con menos grasas y menos "¡Ay, qué me duele la panza de tanto que comí!".
Primero, seleccioná (siempre se encuentran regalitos indeseables en los paquetes o bolsas: piedritas, semillas poco agradables...) y limpiá bajo el chorro de la canilla 1/2 kilo de lentejas o lentejones de tu gusto. Luego, las hervís en agua limpia hasta que alcancen un punto medio (ni cocidas totalmente, ni crudas) y las reservas escurridas.
Mientras tanto, cortas en pequeños cubitos 2 cebollas regordetas y bien alimentadas, y medio morrón rojo. Además, picá un atado de puerros y un puñado generoso de ciboulette. Por último, cortá en pequeños cubos 3 zanahorias lindas y en cubos medianos 4 ó 5 papas grandes.
Poné a hervir 250 gramos de chauchas (o un paquete de chauchas congeladas) y 3 choclos (o un paquete de choclo congelado). Una vez que los retires del fuego, los escurrís muy bien; en el caso de los choclos, los desgranás y, en el caso de las chauchas, las cortás a la mitad o en tres partes.
Aparte, cortá en cuartos 3 tomates redondos bien carnosos y fortachones. Colocalos en el vaso del mixer y procesalos hasta que quede formado el puré de tomates de tu guiso.
Una vez que la verdura esté hervida, pero crujiente y los vegetales estén cortados, llega el momento de comenzar a preparar la receta.
En una olla bien alta, colocá una cucharada de aceite neutro. Rehogá allí las cebollas, los puerros y el ají, condimentándolos con una linda hoja de laurel (pueden ser dos), sal, pimienta, orégano, tomillo y una pizquita de romero. Una vez que estén traslúcidos, brillantes y blandos, añadí el puré de tomate, el ciboulette picado y rectificá la sazón. Cuando comience a hervir, incorporá las papas y las zanahorias. Unos minutos más tarde, añadí el resto de los vegetales, volvé a sazonar con sal, pimienta, pizca de pimentón (dulce o picante), orégano y tomillo. Cociná a fuego medio.
Por último, cuando las papas, zanahorias y chauchas se encuentren en un estado avanzado de cocción (¿Cómo me doy cuenta? Están mucho menos crujientes y compactos que cuando están crudos, pero todavía no están listos para anunciar "¡A comer!"), añadí las lentejas para que terminen de cocinarse y tomen los sabores de los vegetales, hierbas y especias con que las preparamos.
Cuando pruebes el guiso y tanto los vegetales como las legumbres estén cocidos y a tu gusto, apagá el fuego y mantené tapada la olla por unos 5 minutos para que los sabores se asienten, amalgamen y complementen.
Serví el guiso acompañado de rueditas de pan tostado en sartén y a disfrutar de una receta clásica en su versión vegetariana. Eso no quita que también puedas adaptar esta receta a los gustos de tu gente y le añadas la cuota de carne de tu preferencia.
Recordá que esta es una preparación que al estacionarse (de un día para el otro o guardada en envases herméticos en el freezer) toma mejor sabor, porque los ingredientes se acentúan y combinan con mayor fuerza.
Es verdad que lleva algo de trabajo. No te lo voy a negar, pero la satisfacción de comer un rico guiso un día de frío no tiene precio. Intentalo y disfrutalo con tu familia, con tus padres; compartí la receta con amigos, vecinos y conocidos. No te vas a arrepentir y, como siempre te digo, atrevete a jugar con esta receta para enriquecerla con ingredientes que te gustan más o permitite licencias para agregar esto o aquello.
¡Bon apétit y a disipar el frío con guisos y estofados!