Vuelve a la acción Günter Schachermayr, el especialista austriaco protagonista de las hazañas más locas sobre una Vespa en busca de nuevos récords que se incluirán en el Libro Guinness de los Récords. Los que tienen buena memoria lo han visto lanzarse en paracaídas desde un avión, volar atado a un globo aerostático o ser protagonista de un trepidante péndulo suspendido en el aire desde el borde de una presa, y mucho más, siempre montado en su fiel scooter. Hacía algún tiempo que no sabía nada de ello y simplemente estaba preparando otra actuación: un vuelo desde un trampolín utilizado habitualmente en competiciones de salto de esquí.
Sucedió en Höhenhart, una estación de esquí en el distrito de Braunau am Inn, en la región de Alta Austria: allí se construyó un salto de esquí para competiciones de salto que, en condiciones climáticas favorables, permite a los atletas deslizarse a una altura de 45 metros en distancias de 200 metros.
Sin embargo, todo esto transcurre sobre la nieve mientras Schachermayr realizaba su vuelo sobre campos cubiertos de hierba. Para esta ocasión, bajo la Vespa PK 50 se instalaron dos trampolines de esquí Fischer Olympia de 240 cm de longitud, cuya superficie de deslizamiento se modificó mediante la inserción de rodamientos de bolas. De esta manera se logró obtener un planeo en seco para alcanzar la velocidad máxima de despegue en la pista de salto de esquí de apenas 45 metros de largo. Para realizar el planeo se utilizó un sistema de vuelo Schmiedbauer Skiflyer, similar al que utilizan los especialistas en las escenas más arriesgadas de las películas, y utilizado también para el transporte de pasajeros; está homologado para un peso total máximo de 150 kg y ha sido revisado cuidadosamente por el organismo de inspección técnica alemán TÜV. El inventor del dispositivo, Alois Wenger, estuvo presente en la hazaña de Schachermayr y lo manejó personalmente. El aterrizaje en los límites de las barreras de seguridad, sobre un montón de fardos de heno cubiertos con una lona protectora.
Por supuesto, la vista desde lo alto del trampolín causa cierta impresión...
"En lo alto de la rampa tenía los pies fríos, los nervios a flor de piel y el sudor helado en la frente mientras esperaba para saltar : el poseedor del récord de Steyr, de 46 años y padre de dos hijos, dijo más tarde , pero cuando estás en la línea de lanzamiento ya no puedes volver atrás" .
Terminó bien, el salto fue exitoso y finalizó tras un vuelo de 198,5 metros. Se trata del nuevo (y único) récord de esta extraña especialidad y ahora, como es habitual, todo el material en vídeo se enviará al Guinness para que lo verifiquen los jueces y se registre en el libro de récords en el apartado "curiosidades".
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