Título original: The Short-Timers
Idioma original: Inglés
Año: 1979
Editorial: Harper & Row
Disponible en español en: Seix Barral (1985); traducción de Jaime Zulaika
Género: Novela bélica
Valoración: Muy recomendable
Si habéis visto La chaqueta metálica de Stanley Kubrick es muy probable que nunca hayáis podido borrar de vuestra mente la sonrisa estúpida del recluta “Patoso” o el símbolo de la paz del soldado “Bufón”, como me ocurre a mí. Pero también es muy probable que no tuvierais ni idea, como tampoco tenía yo, de que la película de Kubrick está basada en una buenísima novela bélica muy impactante y tan inolvidable como la película, calificada por la revista Newsweek en su día como “la mejor obra de ficción sobre la Guerra de Vietnam”. Tras leerla, estoy muy de acuerdo con Newsweek, con dos matizaciones: no sólo es la mejor, sino la más difícil de encontrar, y parece que en ella hay bastante más de realidad que de ficción.
Gustav Hasford fue un marine de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, durante la que sirvió principalmente como corresponsal de guerra, escribiendo para los medios del propio ejército americano. Su vuelta al mundo real, tras la guerra, no fue fácil, como para ningún soldado, y él intentó superarla mediante la literatura. Un buen día alguien le dijo: “escribes muy bien, ¿por qué no haces una novela contando tu experiencia en Vietnam?”. Hasford hizo caso, escribió The Short-Timers en 1979, tuvo un éxito que jamás habría imaginado, Kubrick le llamó para adaptarla juntos a un guión de película, le nominaron al Oscar por ello en 1987, pero en algún punto de los ’90 la novela dejó de reeditarse, cayó en el olvido y hasta hoy. Así que las únicas posibilidades actuales para leerla son gastarse una pasta en el mercado de segunda mano o recurrir a internet, pues la familia del autor creó una página web en la que se pueden leer todas su obras.
Pero entremos ya en materia. Esta novela, como la película a la que dio lugar, narra la evolución de un marine americano desde su formación en la escuela militar hasta su servicio en Vietnam como soldado y como periodista de guerra. Sin embargo, lo primero que llama la atención al coger el libro es la diferencia en el título respecto a la película. A lo largo de la lectura, uno aprende que los “short-timers” son los soldados a los que les queda un tiempo relativamente breve de servicio en la guerra. También se cuenta en la novela cómo en Vietnam estos soldados iban marcando los días que les quedaban en un curioso calendario con forma de mujer desnuda cuyas mejores partes estaban reservadas para los últimos días de servicio.
Tras notar la diferencia en el título, lo siguiente que llamará la atención al lector familiarizado con la película es que, mientras que ésta tiene dos partes claramente diferenciadas, la novela está dividida en tres partes. La primera parte coincide en ambas versiones, y desarrolla la formación de un grupo de jóvenes en un campamento de reclutamiento de marines bajo las órdenes de
De esta forma, pese a la obvia diferencia en el número de episodios y en su desarrollo (que siempre va a ser más amplio en un libro que en su película), la adaptación cinematográfica de Kubrick es en general bastante buena, aunque no consiga captar la sensación de frialdad e impacto que transmite la narrativa seca y parca de la novela, escrita a base de frases breves y directas que parecen golpear con fuerza al lector. Mucho se podría escribir sobre esta adaptación
Sin embargo, la lectura de The Short-Timers tiene tres grandes ventajas sobre el visionado de La chaqueta metálica. La primera es una ventaja relativa, pues se trata de que la novela detalla de forma mucho más clara, objetiva y explícita las atrocidades y el horror de la guerra; y además muestra muchos más. Si las escenas de la película te parecieron demasiado duras no leas el libro. La segunda ventaja de la lectura es que pese a lo trepidante de la narración de Hasford, la novela está salpicada de reflexiones sobre el significado de la guerra (o la ausencia de éste) tal y como se siente desde dentro. Reflexiones que suelen estar cargadas de un perturbador tono poético.
Pensamos en cosas que no son importantes para no pensar en el miedo – en el miedo al dolor, a ser mutilado (…), o en la soledad, que es, a la larga, más peligrosa y de alguna forma duele más. (…) En este mundo de mierda los monstruos viven para siempre y todos los demás mueren. Si matas por diversión eres un sádico. Si matas por dinero eres un mercenario. Si matas por ambos eres un marine. (…) La fealdad que los civiles eligen ver en la guerra se centra en vísceras desparramadas. Ver a los seres humanos claramente, eso es feo. Llevar la muerte en tu sonrisa, eso es feo. La guerra es fea porque la verdad puede ser fea y la guerra es muy sincera. (…) Aquellos que sobrevivamos (…) volaremos de vuelta a nuestro hogar en América. Pero el hogar ya no estará ahí y nosotros tampoco. En cada uno de nuestros cerebros se habrá alojado la guerra, un cangrejo negro alimentándose.
Y la tercera y más importante ventaja del libro respecto a la película es que en él queda plasmada la evolución completa del protagonista, el soldado “Bufón” (Joker, en el original). En la película él aparece ya en la escuela militar, pero en el libro pueden llegar a intuirse las motivaciones que le llevaron a alistarse. Por otro lado, el desarrollo de la parte de Vietnam, más amplio en el libro que en la película, permite al primero mostrar de forma más explicita cómo va cambiando la actitud y la personalidad del protagonista, mientras que en la película este cambio sólo está sugerido en la escena final, que hace al espectador imaginar cómo será la evolución futura del soldado.
No soy un experto en literatura bélica, pero estoy convencido de que los expertos sitúan a The Short-Timers en la parte alta de la clasificación de la liga de las novelas de guerra. Con una narrativa que recuerda a La carretera de Cormac McCarthy, este libro deja un amargor en la boca similar al que dejan El corazón de las tinieblas de Conrad u Hogueras en la llanura de Ooka, con un regusto extrañamente antibelicista parecido al de Le grand troupeau de Giono. En cuanto a la traducción al castellano, no es muy brillante, pero hay que reconocer que, como señala el propio traductor en una nota inicial, la gran cantidad de argot militar y lenguaje vulgar hace que traducir esta novela sea una tarea realmente difícil.
En resumen, si os gustó La chaqueta metálica de Kubrick (o si os gustan las novelas bélicas o si simplemente os gustan las novelas impactantes que reflejan los mayores niveles de degradación a los que puede llegar el ser humano y cuyas escenas te acompañan toda la vida en tus pesadillas) deberíais leer en algún momento The Short-Timers de Hasford o, en su defecto, deberíais rezar para que alguien la reedite en castellano, a ser posible con una traducción revisada.
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