Además de contar quién fue esta víctima del terrorismo de Estado y de qué manera el Equipo Argentino de Antropología Forense consiguió encontrarlo, el periodista de la agencia de noticias jurídicas transcribe declaraciones de la mamá de Gustavo. Cuando meses atrás los integrantes del EAAF exhumaron 29 tumbas NN del cementerio municipal de Laguna Paiva, Irma Godone dijo haber soñado con su hijo.
“Hacía mucho tiempo que no me pasaba. Soñé que lo encontraba, que hablaba con él. Hace mucho tiempo entendí que no voy a volver a verlo, pero necesito saber qué le pasó. Creo que volver a soñar con él es como una señal”.
Décadas atrás, Irma y su otro hijo viajaron durante un año a Rosario para entrevistarse con el teniente coronel Enrique González Roulet. “Un día no aguanté más sus mentiras y le dije que si quería una novela me compraba un buen libro. Me echó y me dijo que no volviera más, era mayo de 1978”, rememoró Chocha (así la llaman) antes de agregar: “ahora ya puedo partir tranquila. Sé donde está y va a descansar junto a sus compañeros”.
Irma tiene 90 años. Además de Gustavo, perdió a su nuera Carmen Liliana Nahs, que continúa desaparecida.
Aunque en principio suene forzado, resulta interesante asignarles el marco de la delincuencia común, por lo tanto otra atención mediática, a la noticia de la identificación de los restos de Gustavo y a las declaraciones de Chocha. Concretamente imaginemos la reacción de nuestra prensa ante el hallazgo e identificación de los restos de un joven ajedrecista asesinado en un pasado reciente, en nuestra democracia insegura.
Acortemos plazos entre la ejecución del crimen y la restitución de los despojos. Si en lugar de 37 años hubieran transcurrido 37 meses (poco más de tres años), Irma habría recuperado a su hijo a sus 55, no a sus 90. Aunque menos impresionantes que los originales, estos tiempos y esta edad le habrían bastado a nuestro periodismo para subrayar la crueldad de los criminales que extendieron el duelo ciego de una señora que además llora por su nuera secuestrada.
Reescribamos entonces según la lógica mediática actual… Encuentran los restos del muchacho ajedrecista de 22 años, recién casado, que un grupo de delincuentes secuestró y mató tres años atrás. Se sospecha que la joven esposa corrió una suerte similar, con la diferencia de que todavía no se la ha encontrado.
Cuando le avisan que podrían haber hallado el cuerpo de Gustavo, Chocha cuenta su sueño premonitorio. Cuando le confirman que efectivamente se trata de su hijo, se consuela pensando que ahora puede partir tranquila.
Las crónicas y los testimonios encienden el reclamo popular de mayor seguridad y tranquilidad para los ciudadanos de bien. “La gente” o “la sociedad” exige pena de muerte para los salvajes que truncaron la vida del joven matrimonio y arruinaron la de dos familias. Fotos de Gustavo copan las homes de las versiones digitales de Clarín, Nación, InfoBAE, Perfil, Diario Popular. Conmovidos, los usuarios de las redes sociales las reproducen.
Los conductores de TN, C5N, América entrevistan a parientes y abogados de Bruzzone y Nahs. Lo hacen por teléfono o en el estudio del canal donde también intervienten penalistas, periodistas, políticos especializados en (in)seguridad. En sus programas Mariana Fabbiani, Chiche Gelblung, Eduardo Feinmann excusan los amagues de linchamiento y le piden al Estado que termine con la escoria que asesina a nuestra juventud sana, deportista, estudiosa, prometedora.
Ahora volvamos al 1º y 2 de julio pasados…
La identificación de los restos de Gustavo es una noticia intrascendente para los parámetros de una agenda mediática concentrada en un único tipo de violencia y de delincuencia. “Eso es cosa del pasado” argumentarán editores de diarios y productores de noticieros para justificar la indiferencia periodística revelada por los resultados de Google News. “Eso es cosa del pasado” repetirán como autómatas los lectores, televidentes, oyentes convencidos -como la prensa que consumen- de que, además de ser una sola, la inseguridad se manifiesta en nuestro aquí-y-ahora.