Gyula es una pequeña población de 31.000 habitantes al suroeste de Hungría, en la frontera con Rumanía (a la cual se puede llegar caminando hasta las afueras de la ciudad, donde se encuentra). Es la segunda mayor población de condado de Békés, tras su capital Békéscsaba, y la mayor atracción del condado probablemente, junto al balneario de Orosháza.
La población de la ciudad está formada por casi un 95% de húngaros, con una minoría importante de rumanos (3%). Aquí y en la vecina población de Kétegyháza se concentra casi toda la minoría rumana en Hungría.
La ciudad se estableció y creció en el siglo XIV a partir de un monasterio. Tras la conquista en 1566 por el imperio otomano, la mayoría de húngaros huyeron, permaneciendo prácticamente deshabitada hasta que en 1694 las tropas cristianas del imperio Austríaco, a cargo de los Habsburgo expulsaron a los turcos.
A pesar de su pequeño tamaño, nos ofrece un agradable paseo, un bonito castillo y un famoso balneario de aguas termales. El centro, tiene sus principales edificios restaurados, calles peatonales y muchas fuentes, de hecho la ciudad es famosa por sus fuentes, que le dan gran belleza. El ayuntamiento, la catedral y sus iglesias son de especial interés. También otro paseo interesante es a través de Élővíz-csatorna, un canal artificial rodeado de sauces y otros árboles, muy tranquilo y alejado del centro.El castillo se restauró en 1962, y el balneario se reformó y amplió en 1959, lo que la comenzaron a convertir en un destino turístico.
Por otra parte el balneario es un destino muy popular, especialmente en verano. Sin embargo, en mi opinión, la mejor época para visitar Gyula es en otoño, cuando sus árboles se tiñen de colores y el suelo se cubre de hojas. Además así uno se ahorra el sofocante calor del verano en Hungría. Eso sí, la parte externa del balneario está cerrada en esta época, pero tampoco es un gran inconveniente, pues las instalaciones cubiertas son suficientes para un buen baño y descansar.
Desde aquí se puede visitar la ciudad de Arad, en Rumanía, de gran belleza, aunque de nuevo las comunicaciones son malas (en general son pésimas con toda la vecina Rumanía, especialmente el transporte público).