Pido al lector que, por un momento, acepte la siguiente declaración como una exposición de hechos razonables: en una parte del mundo que durante siglos había alcanzado un altísimo grado de civilización, surgió gradualmente un grupo de personas, no muy numeroso, no muy poderoso, no muy bien organizado, que tenia una concepción absolutamente nueva del sentido de la vida humana y que por primera vez demostró para qué estaba hecha la mente del hombre.
H. D. F. Kitto. Los griegos (1952)